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Los Oscuros Secretos del Pentágono

Viet Nam, 1966 un académico es invitado como observador al campo de batalla por el Secretario de Estado de ese entonces Robert Mc Namara. Después de informarle, en el avión de regreso, que las cosas no estaban mejorando, el funcionario concuerda con él y recrimina a los militares que estaban con ellos en el avión.
Sin embargo al aterrizar y enfrentarse a los medios brinda una versión totalmente diferente, como si todo en la guerra fuera a las mil maravillas. Esto hace que el funcionario decida filtrar unos documentos, al estilo Wikileaks, que serán recién publicados años después por el New York Times.
Esto cae como un baldazo de agua fría al competidor Washington Post, quienes apenas pudieron publicar algunos fotos del matrimonio de la hija de Nixon en portada. Esto hace que su editor Ben Bradlee, se enfrasque en una carrera tenaz para conseguir las miles de páginas de todos los documentos, pero antes tendrá que enfrentarse a su jefa Kay Graham, la Directora General, quien teme que la publicación de la noticia afecte el reciente ingreso del Post a la bolsa de valores; pero además perjudicar a su amigo  McNamara, a quien conoce de años. 
Esta es la complicada trama de The Post (llamada acá Los Oscuros Secretos del Pentágono), la última cinta de Steven Spielberg, basada en un hecho real, que golpeó fuerte a la política norteamericana a comienzos de los 70, durante el gobierno de Nixon a pocos años antes del terremoto de Watergate.
Siguiendo el buen guion escrito por Liz Hannah y Josh Singer (este último escribió el guion de la excelente Spotlight), y dotándola del ágil ritmo que  empleó en una de sus cintas más recientes, Puente de Espías (Bridge of Spies, 2015), Spielberg logra entregarnos una obra amena, fácil de seguir y muy necesaria en estos tiempos en que las principales libertades ciudadanas, vuelven a estar amenazadas, no solo en Estados Unidos, sino en muchos lugares del mundo.
Se apoya para ello en el trabajo de algunos de sus habituales como Janusz Kaminsky en la fotografía, quien emplea casi todos los recursos del lenguaje audiovisual (travellings, paneos, acercamientos y alejamientos con zoom, grúas), especialmente en los diálogos más complicados y extensos, para no cansar al espectador.
También están  Sarah Broshar y Michael Kahn en la edición quienes son los encargados de darle el buen ritmo que hemos mencionado y lo hacen recurriendo a imágenes de corta duración, este ritmo es clave en los momentos más frenéticos del film, en concreto en la última media hora. Y claro, no podemos dejar al experimentado John Williams quien pone su cuota musical con temas que subrayan sobre todo los momentos de tensión.
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Pero lo que más hay que destacar son las actuaciones. Tom Hanks está genial como el impulsivo y nervioso editor Ben Bradlee, se nota que se entiende muy bien con Spielberg y es comprensible porqué este último lo ha elegido como su favorito en los últimos films. Hanks debió haber sido el nominado, en lugar de Meryl Streep quien aparece solvente como siempre, pero sin ningún brillo extraordinario, salvo la escena en que tiene que tomar una decisión importante y su personaje se transforma a partir de ese momento, dejando la opacidad que lo caracterizaba.
El resto del reparto es de lujo, aunque sus caracteres no tengan tanta participación;  podemos mencionar a Bob Odenkirk (el gran Saul Goodman de la serie Better Call Saul), Tracy Letts, Bradley Whitford y el siempre cumplidor Bruce Greenwood, en el rol de Robert McNamara.

En conclusión es una cinta que debió tener mejor suerte en las nominaciones de este año y que es difícil se alce con alguna estatuilla, pero al mismo tiempo es muy recomendable, no solo por su calidad, sino porque es documento histórico. Particularmente será muy apreciada por aquellos que pasaron sus horas en salas de redacción y talleres de linotipia, esperando a veces hasta bien entrada la noche para poder cerrar la edición.

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