El Callejón de las Almas Perdidas

 El afiche no daba muchas pistas sobre la película y saber que era un (según le han llamado algunos) neo noir, dirigido por Guillermo del Toro, tampoco aclaraba la situación.

Lo cierto es que El Callejón de las Almas Perdidas (Nightmare Alley, en realidad Callejón de las Pesadillas), es un remake de una cinta de 1947 que muy pocos han visto porque salió de circulación pronto por un tema de derechos, y consta de dos partes muy diferenciadas.

La primera parte, la más lograda, es la que narra el aprendizaje y ascenso de Stanton Carlisle (Bradley Cooper), un vagabundo con un oscuro pasado, que llega a una feria de juegos y atracciones (a las que los gringos llaman Carnival) y rápidamente se hace amigo de una pareja de mentalistas (Toni Colette y David Strathairn), la bella Molly (Rooney Mara), y el dueño de la feria (Willem Dafoe) quien tiene un acto especialmente grotesco: el hombre bestia que devora gallinas y serpientes vivas, y por el que Stanton siente a la vez repudio y atracción.

En esta primera parte, Del Toro se mueve como pez en el agua, se deleita mostrando la decadencia de los personajes, la suciedad del entorno, la oscuridad que les rodea y sus criaturas favoritas: los seres deformes, aunque esta vez los que tienen deformación física están embotellados y los que tienen deformaciones morales son los que están sueltos.



Esta primera parte que tiene reminiscencias de aquella gran serie de principicios de siglo de HBO que fue Carnivale, y por supuesto de la inmortal Freaks  de Tod Browning (1932), ocupa la primera hora y cierra muy bien, con la huida de Stanton y Molly para iniciar una mejor vida en las grandes ciudades, atrapando incautos con sus actos de mentalista.

En esta segunda parte, no sabemos si para acentuar el contraste con la etapa anterior, pero resulta demasiado diferente a la primera: donde antes había caos, ahora hay orden y limpieza extremos, donde había oscuridad, ahora todo luce iluminado (artificialmente, pero igual iluminado), donde antes habían espacios pequeños ahora todo luce enorme e interminable, y con unos decorados art deco, demasiado perfectos como para querer insinuar realismo.

Es acá donde la acción se ralentiza y la duración se extiende con algunos momentos que poco o nada aportan al film. Si la película no se cae en estos momentos, es por la siempre convincente Cate Blanchett, quien una vez más está genial ahora en rol de la Dra Lilith Ritcher una femme fatale metida en la piel de una siquiatra. Ella hace buena dupla con Bradley Cooper, quien está probando ser más un actor que un rostro atractivo.

Felizmente, al final la película recupera impulso y se cierra con una escena totalmente coherente a pesar de su dureza. 

A muchos de pronto les sorprenda este aparente giro de Del Toro, pero si nos fijamos bien los elementos de su cine están allí, y a aunque quizá no esté a la altura de sus grandes trabajos, se trata de una obra actractiva, muy superior al promedio de lo que nos llega a las salas en los últimos meses, aunque ello probablemente no le baste para llevarse el Oscar.


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