EL SENTIDO DEL DEBER


A LA HORA SEÑALADA (HIGH NOON)


Recién después de muchos años de intento, he podido ver de forma completa, la versión de High Noon de Fred Zinemann, considerada por el American Film Asociation, como el segundo mejor western de la historia del cine, y la verdad es que es una obra maestra por donde se la mire.
Trabajada con precisión de relojería, la película fue una de las primeras de manejarse en tiempo real, desde cuando vemos cómo el sheriff Will Kane (Gary Cooper), se casa con su novia Amy Fowler (Grace Kelly), hasta el momento del enfrentamiento final con los malvados.
Pero no sólo en el tiempo real radica la originalidad de High Noon, sino también en su temática, que más que un enfrentamiento a tiros con los malvados, destaca como lo más importante la lucha que debe realizar Will Kane contra su sentido del deber y prácticamente contra un pueblo entero, que lejos de darle la mano, parece haberse abandonado enteramente a la indiferencia e irresponsabilidad y en lugar de apoyar a Kane a cumplir con su deber, aparecen desesperados por el que éste huya lejos con “su problema”.
En ese sentido, es sumamente ilustrativa la escena central en la que aprovechando que gran parte del pueblo se encuentra en la iglesia escuchando el servicio religioso, Kane se acerca para convencerlos de que alguien debe ayudarlo: lo que ocurre al final de la discusión sin embargo es tan impredecible como difícil de digerir para Kane y el espectador, y nos convencemos que él está solo ante su destino.
Obviamente la dignidad y entereza del personaje, no hubieran sido tales sino se hubiera hecho cargo de él Gary Cooper, quien se llevó un merecido Oscar en esta interpretación; Cooper aparece rodeado de un elenco competente, entre quienes destacan Grace Kelly como la esposa, Kathy Jurado como la ex amante de Kane y Thomas Mitchell como el “mejor amigo” de Kane.
Narrativamente la historia está muy bien contada, se presenta a los personajes de manera muy completa en las primeras escenas, y el nudo aparece rápidamente creando una tensión in crescendo que sólo es resuelta al final. Todo esto es mérito de Carl Foreman, quien se basó en la historia corta de John Cunningham The Tin Star, pero que según cuentan colocó, mucho de su vida personal en el guión (fue víctima del comité de actividades antiamericanas del senador McCarthy).
La fotografía de Floyd Crosby, con sus magníficos encuadres de personajes y escenarios, ayuda al dramatismo de las escenas, aunque en ese sentido la estrella del film es la edición de Elmo Williams, cuya alternancia de planos de corta duración, acompañados de la música bien acompasada de Dimitri Tiomkin incrementa la tensión, de un modo pocas veces visto en el cine.
Rodada en poco más de un mes, la historia en la que al parecer no mucha gente creía, se convertiría luego en un referente obligado en la historia del cine, pues ha servido de base para varios filmes, entre uno de los más recientes Open Range de Kevin Costner, aunque en este último filme, la secuencia del tiroteo al final ocupa un lugar mucho más trascendente y está más desarrollada.

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