La Muerte de Don Corleone
Quizá pocos saben aún que una de
las escenas finales de El Padrino (1972), fue realizada y concebida casi en su
totalidad por el actor principal, Marlon Brando. La escena de la muerte de Don Vito
Corleone, dueño y jefe absoluto, durante muchos años, de la mafia de la Costa
Este, y que ahora está enfermo tratando de pasar, poco a poco su autoridad y
sus poderes a su hijo Michael.
La película fue dirigida de forma
verdaderamente autoritaria por Francis F Coppola y el guión fue realizado de
forma admirable, por Mario Puzzo, autor de la novela que da origen a la
película. Sin embargo, ni el director ni el guionista habían hecho previsiones
para la muerte de Corleone, aunque la lógica interna de la película parecía
exigir algún tipo de tratamiento especial en ese momento. Así que fue Brando,
actor formado en el Actor’s Studio
-donde aprendió a buscar y sentir el realismo sicológico de los personajes – a
quien se encargó que diera forma y cuerpo a esta escena, que se escapaba de las
manos de los demás. El resultado supuso un cambio completo de la dimensión y
del sentido básico de la película.
El problema era meramente
técnico, ya que lo que contaba la novela no era muy visual, no se podía
traducir en términos de imágenes. En su libro, Puzzo describe la muerte de Corleone en metáforas de
calor y luz:
De pronto
sintió como si el suelo hubiera bajado muy cerca de su cabeza. El Aire se llenó
de pequeñas y danzarinas manchas doradas. El hijo mayor de Michael vino corriendo
por el jardín hacia el lugar en el que se había arrodillado Don Corleone, y el
niño aparecía envuelto en una nube de luz…La muerte se escondía detrás de esa
nube amarilla preparada para golpearle y Don Vito con un gesto de la mano quiso
alejar al niño de su presencia.
El lenguaje parece, en un
principio bastante visual, incluso sugería una materialización fotográfica,
pero ¿cómo se podría filmar esto? Aunque es muy fácil crear manchas doradas, en el aire con la pluma, es
muy difícil materializarlas en una imagen cinematográfica. El color quedaría
destruido si se usaba un filtro amarillo. El color se podía insinuar recurriendo
a la sobreexposición, para conseguir así un color blanquecino, en las hojas
verdes del jardín de Don Vito. 0 tal vez
se podía haber filmado directamente, sin ninguna protección para la lente, de
cara a la luz, y así se podían obtener burbujas de reflejos y brillos.
Pero todo esto se ha visto tantas
y tantas veces antes en el cine, que se ha convertido en un tópico. Con gran
acierto por tanto, el director prefirió dejar todo el peso de la escena en las
manos del actor y no en las del operador. Ya que en esta escena, Don Vito está
solo, con el niño de Michael, la escena no se podía apoyar en el diálogo o en
la conversación la escena pedía mimo, expresión corporal, acción sutil pero
significativa. Con esta idea en la cabeza Brando comenzó a trabajar con el
niño, su único compañero de rodaje. En primer lugar se puso un gran trozo de
manzana en la boca, haciendo que su cara adquiriese una expresión desfigurada,
monstruosa, para provocar la reacción del niño, pero con este pequeño truco no
solo consiguió la reacción del niño, sino que también contribuyó a definir,
fatalmente, y de una vez por todas, la personalidad el propio Corleone.
Tal y como se hizo, la escena de
Don Vito y el niño es una de las más expresivas de toda la película,
encontramos a Don Vito en su pacífico su jardín, donde ya lo había colocado
Puzzo en su novela, ocupado en la pequeña huerta, retirado de toda actividad exterior,
dedicado a su familia y a la administración de sus propiedades. El mismo
huerto, es un símbolo en sí mismo, es como el espejo que refleja el
paternalismo de Don Vito. Poco antes de que inicie esta escena él ha tenido su
última conversación con su hijo Michael, un heredero indeciso del gran imperio
del crimen, fundado por Corleone. Durante esta entrevista con Michael Vito
trata a su hijo como si fuese un niño e inmediatamente le pide disculpas por el
tipo de vida que le ha obligado a vivir, a él, a su hijo más querido.
Estas dos posturas quedan
claramente recogidas en la escena de la
muerte de Corleone. Primeramente,
Corleone coge un fumigador y le enseña a su nieto como matar a los
parásitos e insectos por lo que introduce en la escena el tema de la muerte una
de las ocupaciones cotidianas de la mafia. A continuación y de una forma
divertida, se convierte (gracias a la manzana en la boca) en un monstruo, para
hacer reír al niño, pero la máscara del monstruo es al mismo tiempo, el reflejo
de la última confesión y la última definición que de sí mismo ha hecho Corleone
en la entrevista anterior con Michael. Así habiéndose revelado moralmente, Corleone
ha puesto en niño en contacto con un objeto mortífero. Corleone cae y muere
sabiendo que la nueva generación seguirá con lo que él ha iniciado. De esta
forma, una escena, que lo único que buscaba era ocupar en algo a un actor,
llegó a convertirse gracias a Brando, en el resumen de todos los temas
centrales de la película.
(Tomado de “El Cine,
un Arte Compartido” de James F. Scott 1979 Ed. EUNSA Pamplona, España)
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