Una Joya Inesperada

Skyfall

Quienes hayan seguido el blog desde hace algunos años, descubrirán que no he sido para nada benevolente con las últimas películas de James Bond. De hecho no estuve de acuerdo con la elección de Daniel Craig y fui muy severo con el rumbo que estaba tomando la serie. De hecho, no le daba ninguna esperanza.
Por eso resulta muy grato, encontrarnos con una película de la cual no esperábamos nada y en su lugar hallar lo que sin lugar a dudas es la mejor película de Bond en más de tres décadas.
Parece ser que los durísimos comentarios de muchos críticos a la anterior entrega de Bond (como "El Bond más miserable", la habia calificado un crítico de habla inglesa, título que nosotros tomamos en nuestro post de hace un par de años sobre este film), hicieron pensar a los herederos Brocolli y los otros productores, además se venían las bodas de oro y no podían enfrentarse a malos comentarios. Entonces contrataron a unos buenos guionistas y a Sam Mendes, un director británico, que ha hecho buenas películas, pero que todavía no logra el reconocimiento unánime, para hacer esta tercera entrega de Bond y el resultado se ubica a años luz de Casino Royale y más lejos aún de Quantum of Solace.
Skyfall, es a la vez un retorno al mejor Bond y una ruptura con muchos elementos de la serie. En el primer apartado, tenemos el regreso de un M hombre, el regreso de la pistola Walther PPK, la llegada de la secretaria Moneypenny y el regreso también del clásico auto Aston Martin.
En cuanto a las rupturas, tenemos por primera vez un film que no se centra en Bond, sino en su primera jefe M, en la casi ausencia de Gadgets, a la poca presencia de la chicas Bond, en el nuevo Q que por primera vez es más joven que el 007 y a la inversión de la típica secuencia final de acción (luego explicaremos qué queremos decir con esto último).
Skyfall nos trae a un Bond, crepuscular, quien ya no tiene la energía ni la precisión de los nuevos agentes, y que además es dado por muerto, luego de caer por una bala amiga, desde lo alto de un puente, luego de intentar quitar a un agente enemigo un disco duro con información vital sobre agentes infiltrados.
Cuando estos agentes empiezan a ser eliminados, por un misterioso enemigo que utiliza la internet y las redes para atacar, Bond sale de su retiro forzado y acude en ayuda de su jefe, a pesar de que esta fue quien dio la orden de que le disparen.
Luego de la escena inicial de acción muy bien filmada, lo que sigue a continuación es atípico de las películas del agente 007: Bond regresa de la muerte y a su pesar tiene que pasar duras pruebas para ser readmitido en el servicio secreto, y se enfrenta a un enemigo que a pesar de no dejarse ver inicialmente, parece estar presente en todas partes.
Otro punto atípico es que no tenemos una chica Bond que acompañe al héroe durante casi toda la película, casi todas tienen roles pasajeros y accesorios, salvo las que trabajan en el servicio secreto. Cuando por fin aparece el villano, resulta que es un personaje cercano al MI6 y a M, al punto que la película parece adquirir un matiz de tragedia familiar.
Finalmente, en lo que considero la apuesta más riesgosa de la película, Mendes invierte lo que ocurre tradicionalmente en las cintas de 007: siempre es el agente el que se infiltra en la base del enemigo y termina destruyéndolos a ambos. En esta ocasión, es el enemigo que se introduce a la base de Bond, para intentar destruir todo.
Esta base además, es un reflejo de su pasado, y nos proporciona importante información sobre la infancia del héroe, algo que no había ocurrido jamás.
Mendes además le resta paulatinamente la espectacularidad a la que estamos acostumbrados en estas escenas al filmarla al anocher, con las sombras y la oscuridad inunándolo todo, sin embargo sale airoso de esta apuesta: la forma como están rodadas estas imágenes, digno homenaje a los mejores westerns clásicos, dotan al film, de una ansiedad, que hace tiempo no se sentían en las películas de Bond.
Mención aparte merecen las actuaciones, Judi Dench está formidable y obviamente es la que se roba la película, a su misma altura está el villano Javier Bardem, quien dota a su desequilibrado personaje de una dosis de humanidad que echábamos en falta y claro están también Naomie Harris y Ralph Fiennes, que construyen personajes dignos y atractivos. Daniel Craig, está esta vez a la altura de las circunstancias.
Finalmente el epílogo, corrige omisiones pasadas, ordena las cosas, y nos trae de vuelta a personajes entrañables como Moneypenny (carismática Naomie Harris), dándonos la esperanza de un nuevo comienzo, que esperamos esta vez sea para bien. Larga vida a Sam Mendes.

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