Pain Hustlers
La crisis de los opiáceos en Estados Unidos fue un hecho delicado, mediante el cual las farmacéuticas por prescribir erróneamente medicina que terminó generando una gran cantidad de adictos.
Al respecto se han creado algunas producciones interesantes como el documental El Crimen del Siglo de HBO, o las series de ficción Dopesick o Medicina Letal, esta última también en Netflix.
Pain Hustlers se basa en la novela de Evan Hughes, llamada The Hard Sell, que antes fue un artículo publicado en The New York Times. Los nombres de la empresa y los protagonistas fueron cambiados en el film. Dirigida por David Yates, El Negocio del Dolor, prometía al menos estar al nivel de estas y el reparto atractivo parecía confirmar esta primera impresión.
Pero desde el comienzo vemos que Yates no tiene claro cómo quiere contar su historia, empieza con una voz en off, luego testimonios de estilo documental en blanco y negro y finalmente adopta un tono ligero que parece que vamos a ver una comedia.
Pero no cualquier comedia: Yates imita mucho el estilo que usó Martin Scorsese en El Lobo de Wall Stret, con una Emily Blunt como la versión femeninda de Leo Di Caprio y además con el ritmo, la locura y los excesos de ese film.
Pero Yates no es Martin Scorsese y la supuesta gracia de Pain Hustlers se va evaporando poco a poco, a medida que la película intenta ponerse seria, tono que debió adoptar desde el comienzo, porque los miles de adictos y las muertes que ocasionaron el actuar irresponsable de varias farmacéuticas norteamericanas.
Si la cinta mantiene el interés se debe en gran parte al trabajo actoral de los eficientes Chris Evans, Emily Blunt y Andy García, actores que se meten en el papel y lo sacan adelante a pesar de las limitaciones de su construcción.
El tema sin embargo, da para más: es bastante amplio y ojalá que otro director se anime a contar una historia más seria y con mayor rigurosidad que la que nos ha traído David Yates, vía Netflix.
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