En el nombre de la Madre

Cuando murió papá hace unos años, le rendí un pequeño homenaje con algunas películas en las que aparecían padres e hijos, y sobre todo padres a punto de partir. Ahora le tocó el turno de partir a mamá y he hecho algo similar, pero esta vez con películas tuve la suerte de ver con ella.

A estas alturas pocos no saben que mamá era una cinéfila empedernida y de ella heredé la pasión por el cine; por eso algunas veces que pasaba temporadas en mi casa, siempre tenía listo un menú de films para ver con ella, hasta que ya no pudo ver más películas.

Empiezo en orden cronológico.

Buscando a Greta (Garbo Talks, 1984) de Sidney Lumet. 

Esta película la vimos en el hoy extinto cine Sullana, y casi de casualidad, porque el film que pensábamos ver ya la habían retirado.

Con un elenco nada despreciable, probablemente muy pocos recuerden esta película de Sidney Lumet, en la que un hijo adulto (Ron Silver), intenta desesperadamente cumplir uno de los grandes deseos de su madre (Anne Bancroft), hacer que conozca a Greta Garbo, la gran diva sueca quien en esos años aún vivía, pero recluida en su departamento, alejada de cualquier encuentro social.



Eso hace casi imposible su encuentro. Su hijo empieza a faltar al trabajo y hasta es abandonado por su esposa (Carrie Fisher) por lo que parece más una obsesión que cumplir un deseo maternal. Finalmente tras varios intentos fallidos y estando con su madre agonizante en el hospital, el hijo se encuentra con la actriz en un pequeño mercado y le explica la situación. 

Sin decir palabra la Garbo aparece en el hospital y ayuda a la pobre mujer a partir en paz. La película no pasaría ser una comedia más sino fuera por la temática y la bien cuidada aura del personaje de la Garbo, se impone de tal modo que por momentos pareciera ser realmente la diva sueca aceptando salir de su ostracismo.

Grandes actuaciones de Silver y la siempre genial Bancroft, la última escena que comparten juntos es enormemente conmovedora, no pudimos evitar las lágrimas. Lástima que esta pequeña gran película haya pasado al olvido y hoy es prácticamente imposible encontrarla.

Good bye Lenin (2003) de Wolfgang Becker

Esta película no llegó a cines, pero había leído sobre ella en Internet, me llamó la atención y estuve buscándola como loco. Finalmente  al año siguiente llegó a HBO y pude grabarla en mi VHS. Yo ya vivía en Chiclayo, así que tuve que esperar viajar a Piura y de allí a Sullana  para poder mostrarla a mamá, quien ya sentía curiosidad por lo bien que le había hablado de la película.

La película dio a conocer al mundo a Daniel Brühl, quien interpreta a Alex, un joven berlinés oriental cuya madre entra en coma y se pierde todo el hecho de la reunificación alemana. Por recomendación médica, la madre, una devota comunista, debía evitar las emociones fuertes, así es que Alex recrea alrededor de ella el ambiente de la extinta Alemania Oriental para evitarle el shock de tan grande cambio.


Mamá se quedó encantada con los esfuerzos cada vez mayores que Alex tenía que emprender para que su madre no se diera cuenta que vivía ya en otro mundo. Si bien los esfuerzos eran también muy emotivos, estaban bien envueltos en una capa de comedia que forzaba más las risas que las lágrimas.

Luego ella la vería luego con mi padre (quien partiría solo tres años después), y ambos disfrutaron mucho poder apreciar más de cerca un mundo del que solo habían conocido por las noticias que les llegaron a ellos entre los 70 y los 80 por los diarios y la televisión.

Philomena  (2013) de Stephen Frears 

En los últimos años de su vida, sobre todo cuando venía a visitarme, le organizaba a mamá una especie de mini festivales con las películas nominadas al Oscar que ahora podían conseguirse a través de Internet. La última película que pudo apreciar, entender y disfrutar, antes que entrara en escena el deterioro cognitivo, fue esta película del gran Stephen Frears.

Basada en hechos reales, la película se sitúa en Irlanda, donde la señora Philomena Lee (genial Judi Dench) se une al periodista Martin Sixsmith (Steve Coogan, co autor del guion), para buscar al niño que ella se vio obligada por la directora de un orfanato católico, a dar en adopción 50 años atrás.

Si bien no son madre e hijo, la relación que se va desarrollando entre ambos tiene tintes materno filiales, y poco a poco, a pesar de la impaciencia y la sed de justicia de Sixsmith, se va dejando influenciar por la ingenuidad y amor de Philomena.


Esto se ve reflejado particularmente hacia el final, cuando por fin se descubre que el niño murió y Sixsmith se lamenta de no poder enviar a la cárcel a los responsables, pero Philomena le responde que eso no hacía falta, porque ella ya los había perdonado.

Recuerdo que cuando terminamos de verla, mamá dijo que era la película que más le había gustado de ese año, porque mostraba claramente el valor del perdón. Y eso se me quedó grabado, porque claramente ella se identificaba con Philomena, mientras que mis posturas eran mucho más cercanas a las de Sixsmith.

Extraño a veces cuando miro el sillón vacío y compruebo que ella no está mirando la tele. Pero al menos quedan los recuerdos.


Comentarios

Víctor Hugo Palacios Cruz ha dicho que…
Ribeyro toma la pluma de su padre y se la coloca entre sus ropas con el gesto de querer prolongar en su vocación literaria los sueños frustrados de escritor del padre. Montaigne entra en la biblioteca que heredó de su padre, en la torre de su castillo, vistiendo las gastadas ropas del progenitor para sentirse más envuelto por su presencia. Quizá en ti, querido Milton, más allá de otras motivaciones adquiridas e igualmente sólidas, ver películas ha sido todo el tiempo querer seguir "jugando" al lado de mamá y de papá. A veces la elección de un oficio o de una vida entera no es sino la oculta continuación de lo más preciado de la infancia. Lo que nos pasa de niños, como ver a mamá y papá viendo cine, es algo que nos acontece por dentro el resto de la existencia.

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