26 Festival de Lima

Este año el festival de Lima retornó a la presencialidad, pero siguió conservando el formato virtual para los críticos y comunicadores que cubrimos el festival fuera de Lima, con lo que al menos hubo acceso a la mayoría de las películas que estaban en la competencia de ficción y documental.

Pero además se presentaron otras muestras interesantes, algunos de los cuales tuvimos la oportunidad de apreciar en un rápido viaje por Lima entre ellas el espacio Filmoteca Pucp (del cual hablaremos en una nota aparte), las Aclamadas, Francia en Lima (dedicado al gran Robert Bresson)  el décimo cuarto Filmcorto y el espacio Cortos-Perú, además de las galas, los homenajes esta vez a las actrices Mercedes Morán e Ivonne Frayssinet y el reconocimiento a la trayectoria del cineasta peruano Francisco Adrianzén.

Empezamos comentando lo que pudimos ver en la competencia de ficción en la que se presentaron tres filmes peruanos, aunque los que más han dado que hablar en esta edición han sido los bolivianos, entre los que vimos tenemos:

El Visitante de Martín Boulocq (Bolivia, 2021)



Con el respaldo de haberse estrenado en el Festival Tribeca de Nueva York, llegó este film del cochabambino Martín Bouloq y que nos cuenta la historia de Humberto, un cantante de velorios fanático de Pavarotti, que acaba de salir de prisión y quiere volver a relacionarse con su hija. Para ello deberá contar con el aval de los abuelos argentinos de la niña, fanáticos evangélicos que no lo ven con buenos ojos.

Con un estilo contemplativo y valiéndose de muy buenas actuaciones Boulocq nos nuestra el choque entre dos distintas maneras de ver el mundo: el de la religión y el del capitalismo. Ambas necesitan seguidores a los que a menudo manipulan, por lo que el enfrentamiento será duro y a largo plazo. Buen trabajo de Boulocq aunque ese final nos deja con ganas de más.

El Gran Movimiento de Kiro Russo (Bolivia, 2021)



Elder y sus compañeros,son unos mineros que llegan a La Paz para protestar por la situación del lugar donde trabajan. Con apenas dinero para subsistir se ven obligados a recurrir a la ayuda de una señora, quien les consigue trabajos informales. Es en estas condiciones en las que Elder enferma y ningún médico sabe lo que tiene y menos cómo curarlo.

Lo que inicia como un drama neorrealista/documental, que privilegia varias tomas de la caótica capital boliviana, va poco a poco derivando en una ficción que abandona las líneas narrativas e introduce momentos fantásticos, surrealistas o aparentemente fuera de lugar (como el número musical en el mercado por ejemplo), que convierten al film en un espectáculo memorable y a Russo en un director interesante, a quien no se le debe perder de vista.

Tiempos Futuros de Víctor Checa (Perú, 2021)



La primera película peruana que vimos del festival fue esta producción ambientada en una Lima distópica en la que un padre y su hijo trabajan constantemente para crear una máquina que haga llover. El trabajo ocupa la mente y el tiempo del padre al 100% por lo que la economía familiar se tambalea y esto obliga al hijo a buscar otros trabajos, no del todo legales.

Lo mejor del film es su acertada ambientación y dirección artística que transforman a Lima en una ciudad decadente del futuro, y las actuaciones del gran Fernando Bacilio y el joven Lorenzo Lima, en cuyas actuaciones se sostiene gran parte del film. Lo peor es la ausencia de una conclusión del todo redonda.

Carajita de Silvia Schnicer y Ulises Porra (República Dominicana 2021) 

Yarisa ha sido durante décadas la niñera de Sara, la relación entre ellas es muy estrecha al punto que Sara confía en ella más que en su madre y Yarisa, ha descuidado a su hija por estar siempre al lado de la niña, ahora adolescente. Un día un terrible accidente amenaza alterar esa relación.

La película tiene un buen punto de partida, además de la relación entre las protagonistas echa también una mirada a las enormes distancias entre las clases sociales de un país donde también campea la corrupción. Lamentablemente el desenlace se interrumpe y deja justamente las preguntas más importantes sin responder.

Medusa de Anita Rocha da Silveira (Brasil, 2021)



Segundo film en el que se trata abiertamente el tema de la religión, esta vez desde una distopía futura que por momentos pareciera beber de El Cuento de la Criada de Margaret Atwood, aunque situado en un Brasil bolsonarista, lleno de escuadrones de "mujeres dignas" que salen por las noches a castigar a las pecadoras.

Tras un ataque que sale mal, una prominente miembro de este escuadrón es enviada a una misión especial a una clínica, en busca de una actriz atacada por pecadora, que supuestamente desapareció. Lo que se suponía debería ser la parte más interesante del film, es el momento en el que empieza a hacer agua, esa suerte de redención sicodélica de la protagonista no llega a convencer del todo, estropeando una historia que tenía todo para ser mejor.

Dentro de la competencia documental vimos

Danubio de Agustina Pérez Rial (Argentina, 2021)



Uitlizando un valioso material de archivo de diversas fuentes y formatos, y la voz de una inmigrante rusa, la directora Agustina Pérez Rial, nos cuenta las intrincadas relaciones entre el arte y la política o mejor dicho entre las delegaciones de cine de Europa del Este y las fuerzas policiales del gobierno dictatorial de Argentina, durante el Festival de Plata de 1968.

Solo viendo las imágenes, remanentes de un pasado glorioso ya podemos apreciar el valor del documental, pero además Pérez Rial aprovecha al máximo la intriga de la Guerra Fría narrada por la ex miembro del Club Danubio, para contarnos una historia que no tiene ni un segundo de aburrimiento.

Pakucha de Tito Catacora (Perú, 2022)



Es imposible ver “Pakucha” y no relacionarla casi de inmediato con Wiñaypacha y Oscar Catacora, y es que el recientemente fallecido director puneño realizó la fotografía de este film documental, dirigido por su tío Tito Catacora, lo cual lo impregna desde el inicio con un toque nostálgico.

El documental no es otra cosa que la narración de una ceremonia dedicada al espíritu de las vicuñas desde el inicio, nos permite seguir a una familia criadora de alpacas por distintos lugares de la puna, hasta terminar en un gran celebración en una casa, donde se come la carne del animal sacrificado, se bebe y se danza hasta el amanecer.

Con la maestría de las tomas de Oscar, y la paciente y respetuosa mirada de Tito, todo este sencillo ritual aparece ante nosotros como una verdadera fiesta para los ojos, un deleite visual, que es prácticamente imposible de borrar. Es particularmente de gran belleza, la toma con que se cierra el documental, la cual además conlleva un mensaje esperanzador muy acertado como despedida: la vida siempre continúa.

Delia de Victoria Pena (Uruguay, 2021)

Delia escribe poemas para sobrellevar la detención de Jorge, su esposo, durante la dictadura que asoló su país, Uruguay. Su difícil situación es narrada en este documental que tiene una gran carga lírica.

Es justamente esta dimensión la que la hacen un film difícil de seguir, narradas además de una voz en off que entrelaza los hechos y las vivencias, pero que no ayuda mucho a mantener la atención del espectador.

En la competencia Hecho en el Perú:

Peso Gallo de Hans Matos Cámac (Perú, 2022)



Enrique es un joven con ganas de destacar en el boxeo y emular a su abuelo que brilló en ese deporte. Un día el entrenador los selecciona para un campeonato nacional en Lima, esta noticia más que alegrìas, le planteará dudas sobre su identidad, sobre la difícil relación con su padre y otros temas no resueltos.

Bien interpretado por Max Huiza, la película de Matos se aleja de las tradicionales cintas de boxeo, para presentarnos una historia más íntima y personal. El arco de transformación del personaje sorprende por su sencillez, pero es bastante creíble y muy coherente con lo que plantea la historia. Matos también acierta en mostrarnos un Huancayo moderno, distante de la típica imagen turística y muy bien combinado con el ecléctico soundtrack que incluye hip hop pero también algunos huaynos.

Las Cautivas de Natalia Maysundo Gil (Perú, 2022)



Las cautivas tiene un inicio sensacional, que atrapa al espectador y lo conmueve profundamente: Imposible no llorar con el personaje que está rindiendo su testimonio ante cámaras.Maysundo además de mostrarnos un trabajo bien logrado visualmente, es de gran valor para conocer una parte de la historia de dos naciones que un día se enfrentaron en una guerra cruenta, que tuvo consecuencias aún mucho después para los peruanos que se quedaron viviendo del lado chileno.

Pero la realizadora va más allá: no solo nos presenta el pasado dándonos a conocer hechos que ya ocurrieron, sino que nos muestra también el presente, incluyendo testimonios de peruanos y chilenos, concretamente tacneños y ariqueños, los cuales nos delinean un futuro algo más esperanzador porque muchos testimonios coinciden en la inutilidad de la guerra, y que ambas ciudades (Tacna y Arica) tienen mucho en común y deberían caminar juntos.


Viaje de José Fernández del Río (Perú, 2022)

Gabriel es un tipo de edad madura, a quien acompañamos cuando recibe la mala noticia que tiene un tumor en el páncreas y a lo sumo le queda medio año de vida. Sin estar seguro de lo que está haciendo, emprende un viaje a Motupe, allí a su pesar irá conociendo a la gente del pueblo. Entre la gente que conoce está Gladys, una adolescente a quien el pueblo venera como si fuera una santa curadora.

Técnicamente impecable con unos encuadres que resaltan siempre a los personajes, su entorno y la belleza del paisaje local, Fernández del Río nos cuenta una historia que se parece a muchas de las que se cuentan en esta localidad, a la que siempre acuden devotos.Son particularmente memorables la escena en la que Gabriel encuentra a Gladys en las frescas aguas del río, como si se tratara de una ninfa, o la de la fiesta de la noche, en la cual se logra transmitir la frescura y la alegría de un grupo humano.

Lo que desentona es el final algo apresurado, rompiendo con el estilo contemplativo del resto del film y mostrando imágenes que son muy difíciles de relacionar con el resto de la historia.

En la indispensable sección aclamadas pudimos ver:

Alcarrás de Carla Simón (España, 2022)



Junto con Cinco Lobitos, fueron dignas representantes de España en el festival. La directora Carla Simón cuenta los últimos días de una plantación de duraznos, en Cataluña, que ha pertenecido a una familia por generaciones, pero que por un descuido cambiará de manos y de función, pasarán a ser ahora campos generadores de energía solar.

A través de los ojos de los diversos miembros de la familia, vemos cómo les va afectando esta situación empezando por los niños cuyos juegos ya no serán los mismo, pasando por el padre de familia que se pelea con todos, el abuelo arrepentido de ser el causante de la situación, los hijos adolescentes cuyo futuro pinta ahora más incierto que nunca y los niños cuyo mundo de juegos se estrepitosamente interrumpido por estos cambios. Empleando actores naturales quienes hablan en su lengua, y una cámara en mano que nunca está quieta, la directora logra una historia redonda, que no deja indiferente a nadie.

A Chiara de Jonas Carpignano (Italia, Francia 2021)



El cierre de la llamada trilogía calabresa, de la nueva figura del cine italiano Jonas Carpegnano, nos cuenta cómo cambia la vida de la Chiara del título el día que los carabinieri vienen a llevarse a su padre. Mientras toda su familia entra en negación y quieren seguir con su vida sin dar mayores explicaciones, Chiara busca la verdad y en esa búsqueda chocará con muchos.

Carpegnano ha resucitado al neorrealismo, podríamos llamarlo neorrealismo del siglo XXI. El realizador sabe aprovechar al máximo el talento de sus actores naturales (en especial de Swami Rottolo quien literalmente se pone el film a la espalda y sale airosa) y de los escenarios donde sitúa la historia, que gana interés por su impredictibilidad.

Memoria de Apichtapong Weerasethakul (Colombia, Tailandia, Reino Unido, etc. 2021)



Weerasethakul abandona su Tailandia natal, para contarnos una historia ambientada en Colombia, hablada a medias en inglés y español y protagonizada por la gran Tilda Swinton, quien encarna a Jessica, una mujer que una noche despierta por un ruido fuerte y extraño, que le quitará el sueño para siempre.

Intrigada por la procedencia del ruido, visitará a técnicos, médicos y otras personas, para llegar hasta la selva de Colombia, donde tendrá otro encuentro con un misterioso personaje que la ayudará. Narrada mayormente en base a planos fijos de larga duración. Weerasethakul, nos trae una historia de gran belleza, en la donde no solo las imágenes están bien logradas, sino también el sonido que cumple un rol fundamental. Obviamente hay que destacar el gran trabajo de la Swinton, sobre la que recae todo el peso del film.

En la sección galas vimos

Trilogía Muda de Daniel Rodríguez Risco (Perú, Argentina 2021)



Daniel Rodríguez Risco inició su carrera con El Colchón un corto que contaba la historia de un pintor que es abandonado por su pareja, luego seguirían otros cortos como El Diente de Oro con el que empieza a consagrarse y más adelante Cuellos Almidonados.(2021). A pesar de haber dirigido algunos largos pasando por varios géneros, son sus cortos los que han recibido mejores comentarios.

Por ello ha tenido la buena idea de reunir los tres mejores y enmarcarlos dentro del título de Trilogía Munda, ya que se trata de producciones sin diálogos. Sin duda se trata de trabajos muy logrados, tanto a nivel técnico como nivel actoral, y además muestran la habilidad de Rodríguez de crear sus propios mundos, poblados de seres aislados, extraños casi incapaces de salir de su propio entorno.

Y entre los cortos que pudimos ver nos gustó mucho Heroínas, Des Tapadas y Rimana Wasi. así como la elaborada coreografía de Batalla de Resistencia de Briner Mesa.

Se extrañaron algunas cosas del festival como el catálogo impreso o la guía impresa que contenía información no solo de las películas sino de las otras actividades del festival (ahora todo había que descargarlo de la web), pero ha sido gratificante contar con una magnífica nueva sala (la NOS) y volverse a encontrar con los amigos y colegas, algo que la virtualidad nunca podrá reemplazar.



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