Parásito

Después de varios meses de espera, llega por fin a las pantallas peruanas Parásito, la última película del coreano Bong Joon Ho, la cual ni bien se llevó la Palma de Oro en Cannes el año pasado, no ha parado de ser elogiada por todos los lugares donde se ha estrenado.
Joon Ho, cuyos trabajos anteriores incluyen las muy interesantes Crónica de un Asesino en Serie, The Host, Snowpiercer y Okja (producida con Netflix), nos presenta una historia que es casi imposible de clasificar y está llena de sorpresas.
Por las imágenes iniciales, Parásito parecería ser una nueva versión de Shoplifters, la comedia dramática japonesa de Hirokazu Koreeda que se llevó el Oscar en 2018: una familia muy pobre, que vive en un barrio marginal de una gran ciudad asiática (en este caso no en Tokio, sino en Seúl) y que tiene que ingeniárselas para sobrevivir.
Pero pronto, al trasladarse la acción del barrio pobre a la mansión donde los miembros de la familia ingresan a trabajar, vemos que los paralelismos con la cinta japonesa terminan allí.
Las escenas transcurridas en la mansión (la cual dejando a un lado las dimensiones nos hace recordar mucho la mansión moderna que diseñó Jacques Tati para su Mon Oncle) son las más cómicas del film, y son las que hacen sentir más cómodo al espectador, hasta que un nuevo e inesperado giro, saca abruptamente al espectador de esa zona de comfort y lo traslada prácticamente a otro film.

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La maestría del realizador coreano es clave para que la credibilidad de la historia no se resienta y avance sin problemas al casi caótico clímax.
Para ello ha sido clave contra con un elenco competente y sumamente creíble, que caracteriza muy bien a estas familias tan diferentes situaciones.
Esa maestría se mantiene hasta el final, si bien hasta cierto punto deudor con La Hora 25 (25th Hour) de Spike Lee, no deja de sorprendernos.
El cine surcoreano ha dado muestras de su gran calidad en estos últimos años, a pesar de las dificultades por exhibirlo fuera de su país; pero esta calidad no es fruto de la casualidad, sino por el decidido apoyo del estado, que ha peleado con todas las herramientas disponibles, para que su cine no se vea también avasallado por el de Hollywood.

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