El Maestro está de vuelta
Blue Jasmine
Cate Blanchett: Jasmine es el rol de su carrera. |
"El
problema con Woody Allen, decía un estimado profesor de cine, es que cree que
tiene que hacer una película por año", y claro que con esa convicción te
saldrán buenas películas, pero también algunas malas. A veces las buenas se
hacen esperar, sobre todo cuando para verlas hayamos tenido que ver desgracias
como De Roma con Amor (From Rome With Love, 2012) o Conocerás
al Hombre de tus Sueños (You Will Meet a Dark Tall Stranger, 2010). Felizmente
Allen todavía es capaz de sorprendernos y lo demuestra con creces en Blue
Jasmine o simplemente Jasmine como la han titulado en nuestro país.
La película
cuenta la historia de dos hermanas, Jasmine la primera de ellas acaba de llegar
de Nueva York a pasar una temporada en la casa de su hermana Ginger (en
realidad no son exactamente hermanas, son hijas de diferentes padres ya que
fueron adoptadas), y no solo está en la ruina sino que también tiene problemas
nerviosos. Mientras trata de rehacer su vida, altera la vida de todos la
rodean, y sus añoranzas por su pasado de gloria, le traerán más de un problema.
A pesar de
tratarse en muchas formas de una típica película de Woody Allen, con personajes
femeninos fuertes, mucho peso en los diálogos y abundantes tomas en exteriores,
es al mismo tiempo una película diferente: Se ambienta en Estados Unidos, pero
el escenario es el soleado San Francisco de la costa oeste en lugar del
habitual y algo más gris Nueva York de la costa este. No hace falta decir que
le saca el jugo a la ciudad, con estupendas locaciones y muy buen aprovechamiento
de la luz natural en varias escenas.
Pero hay otra
novedad, Allen recurre en esta película al uso de insertos, al principio da la
impresión de que son simples flashbacks, pero el uso que se hace de
ellos sin previo aviso, en aparente desorden temporal y mezclándolos con el
presente, nos confunden, haciéndonos meter de lleno en el mundo de las
peligrosas alucinaciones de Jasmine que luego adquieren plena significación al
final, cuando nos brindan la información sobre toda la trama, un recurso parecido
al que usó Atom Egoyan en Exotica (1994) y antes que él, el japonés Takeshi Kitano en muchas de sus películas (Hanna Bi 1997, Brother 2000, Kikujiro no natsu 1999)
Se ha dicho
hasta el hartazgo que Allen es un gran director de actrices, y aquí lo
comprobamos una vez más. Cate Blanchett, una actriz talentosa que ya ha dado
buenas muestras de sus dotes, logra con Jasmine el papel de su vida,
complejísimo rol, pues es un personaje con muchos matices que a pesar de su
antipatía no es malo, sino producto de un mundo materialista, apegado al lujo y
a la apariencia, y cuando ese mundo se viene abajo, no sabe vivir sin él.
A través de
gestos nerviosos y a veces calmados, a través de numerosos cambios en las
inflexiones de su voz, a través de miradas ensoñadoras y perdidas, Blanchett se
mete de lleno en su personaje y a nosotros con ella.
Si bien es
cierto el elenco que la acompaña (Alec Baldwin, la inglesa Sally Hawkings,
Peter Sarsgaard, y Bobby Cannavale) hace una destacada labor (en especial
Sarsgaard, quien está brillante en la escena de la discusión en el auto), el
personaje que interpreta Blanchett tiene tanto peso, que su luz (o su
oscuridad, si se quiere), termina por opacar al resto.
Cate Blanchett
está particularmente genial en la escena final, bella, lograda pero al mismo
tiempo desoladora, desesperanzandora, poseedora de una fulminante desazón que
puede durar días. Por más que pensamos, no se nos ocurre otra actriz de la
filmografía de Allen o fuera de ella, que haya logrado tal efecto.
Allen, el
maestro ha regresado, esperemos que para la próxima no tarde mucho tiempo.
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