Poco para Nolan
BATMAN: EL CABALLERO DE LA
NOCHE ASCIENDE
Christopher Nolan ha tenido el
honor de ser el único realizador de completar una trilogía de Batman, luego de que el personaje
reapareciera en 1989, en una recordada versión de Tim Burton, llamada
simplemente Batman, a la que tuvo que abandonar luego de las feroces críticas
contra su secuela Batman Returns
(1992). El otro director que tampoco lo logró fue Joel Schumacher, quien casi
acaba con la franquicia luego de los fuegos de artificio de Batman Forever (1995) y su cuasi versión
drag en Batman y Robin (1997).
Por eso existía una enorme
expectativa por lo que el director podía hacer luego de dos primeras partes de
gran nivel llamadas Batman Begins
(2005) y Batman The Dark Knight
(2008) y por el buen momento que atravesaba el director, al estrenar poco antes
la que quizá haya sido la mejor obra de su carrera: Inception (2010).
Pues bien, a veces no es bueno
hacerse tantas expectativas.
Batman, el caballero de la
noche asciende (por fin una traducción literal); nos sitúa al personaje
enmascarado ocho años después de los sucesos con los que concluyó Batman The Dark Knight; acusado de la
muerte del fiscal Harvey Dent, quien se convirtiera en Dos Caras, el héroe ha
desaparecido de escena, nadie lo ha visto y su alter ego Bruce Wayne está
encerrado en su casa, como un ermitaño, al mejor estilo de Howard Hughes.
Un día llega hasta su
habitación una hábil ladrona, Selina Kyle quien aparentemente hurta de su caja
fuerte un collar de perlas de la madre de Wayne, pero quien en realidad ha ido
a capturar las huellas del millonario.
Mientras tanto, el sanguinario
Bane, un ex miembro de la Liga de las Sombras, está preparando un ejército bajo
tierra, con el afán de tomar la ciudad y destruirla, tal y como quería el
fundador de la liga Ras As-Ghoul, el villano de la primera parte de la
trilogía, y también mentor de Batman. Bane está aliado con otros millonarios,
quienes quieren tomar la fortuna y los bienes de Wayne.
Todo ello viene a trastornar
la paz de Ciudad Gótica, paz que dura ya 8 años, y que ha sido posible en gran
parte gracias a las leyes que dio el difunto Harvey Dent, a quienes Batman y el
comisionado Gordon, convirtieron en héroe.
Debido a que nada de esto
implica un buen futuro, y más bien por el contrario parecen anunciar el
desastre, Wayne decide salir de su retiro y llamar nuevamente a su amigo
enmascarado: Batman.
COMPLICACIONES
Hemos tratado de comprimir el
argumento lo más posible, pero como lo puede intuir el espectador, se trata de
una historia bastante complicada, con muchas subtramas, muchos personajes y
lamentablemente no todas funcionas como deberían.
En primer lugar se hace muy
poco creíble la milagrosa recuperación de Wayne, quien tras aparecer
prácticamente como poco menos que un discapacitado, usando bastón, y con un
diagnóstico médico deplorable, aparece poco después haciendo piruetas como si
nada, ayudado solo por un artilugio del que no se nos dice nada.
Después está el tema del robo
de las huellas, en las que está detrás el millonario Daggett un archirrival de
Wayne, quien se apodera de todas sus industrias. Aunque esta parte podría haber
funcionado como una fuerte crítica a los sistemas financieros norteamericano y
europeo, los cuales han sumido al mundo en una de sus peores crisis; la posible
crítica y la subtrama se caen pronto por la dificultad para entenderse, y por
el bajón de ritmo que significa este momento, para la película.
Y bueno, está luego la reaparición
de Batman, que es la menos espectacular de los tres episodios de la trilogía:
las persecuciones y artilugios no traen nada novedoso, y para colmo Batman se
mete ridículamente en la boca del lobo, y sale muy mal parado en un primer
enfrentamiento cuerpo a cuerpo con Bane que lo pone nuevamente al borde de la
muerte, y luego con otra curación muy poco verosímil, logra sacar fuerzas para
salir adelante.
Nolan plantea este Batman como
un juego de espejos o dualidades, en las que cada personaje principal es el
reflejo del otro y cuya bondad y maldad no es fácil de determinar: Selina/Miranda,
Batman/Bane, Gordon/Blake (aunque este par de reflejos se da solo hasta cierta
parte del film...), juego que da algunas sorpresas, pero que no funciona del
todo, y no termina de convencer.
Si a esto le agregamos el
excesivo metraje, y lo extenso y artificioso de algunos diálogos (o monólogos,
como las arengas políticas de Bane), pues tenemos un Batman que le exige
demasiado al espectador promedio, sin dar mucho a cambio.
No estamos diciendo sin
embargo que se trata de una película deficiente, Batman tiene algunos aciertos
como la construcción de algunos personajes (Selina Kyle por ejemplo es un
personaje muy rico lleno de matices, no del todo mala al igual que su
contrapartida, el personaje de Miranda interpretado por Marion Cotillard); está
también el reparto (muchos de los cuales ya habían trabajado con Nolan en Inception) que cumple a cabalidad,
aunque no a todos les toca un buen personaje; la música del alemán Hans Zimmer
da a algunas escenas la solemnidad requerida y tiene la mayor parte de las
veces la virtud de pasar desapercibida. Igualmente destacables están la
fotografía de Wally Pfister y la edición de Lee Smith, todos ellos habituales
de Nolan.
Aún así creemos que el
resultado es poco para lo que Nolan ha demostrado que es capaz de hacer. Ojalá
en su próximo trabajo podamos volver a apreciar sus verdaderas capacidades.
Comentarios