El camino de San Diego


Para quienes hemos visto las dos anteriores películas del argentino Carlos Sorín, su última producción decepciona y plantea interrogantes con respecto al futuro de este buen director cuya filmografía va de más a menos.
Recuerdo con agrado Historias mínimas, su filme más laureado, una película con caractrísticas inusuales dentro de la cinematografía sudamericana por su estilo neorrealista: actores no profesionales, con una historia personal, un buen uso de la cámara en mano, sin grandes conflictos ni mucho menos intenciones comercialonas. Todo desarrollándose en la patagonia argentina, con su gente y su singular forma de hablar, un road movie atípico donde tres historias se desarrollan paralelamente, sin happy ends pero dejando al público satisfecho como pasó en el Festival de Lima de hace algunos años donde ganó el premio a Mejor Película.
El filme que le seguiría a Historias mínimas es Bombón, el perro, una nostálgica historia -también desarrollada en la patagonia- que es casi la prolongación de una de las historias de su anterior producción. Nuevamente el neorrealismo es evidente: su protagonista es un poblador de esa zona de la argentina, un inexperto de la actuación que le da un aire fresco y realista a este filme, gracias a la notoria improvisación de sus diálogos y de sus gestos en casi todo el filme. Con respecto a la estructura del guión de esta película nuevamente no hay conflictos y tras 20 minutos de metraje Sorín nos lleva de nuevo por las carreteras de la sierra argentina en un road movie muy simpático, singular pero sin el acabado ni mucho menos la identificación del público como si sucedió con Historias mínimas.
Después de unos años llegó El camino de San Diego, su esperada ultima producción, que personalmente defrauda. Veamos: el estilo es el mismo de sus anteriores películas, neorrealismo aparente porque en esta película interactúan peronajes de la realidad con actores lo que hace que el público sin ser muy entendido note las diferencias imensas de actuación y estilo al hablar en los personajes de la película.
Hablar de los personajes es justamente algo clave en los errores del filme. No sólo el mezclar personajes reales y actores es forzadísimo el problema de raíz está en la construcción de los mismos: personajes demasiado ingenuos, demasiado buenos (en la peli no hay argentino malo, todos son dadivosos... hasta la prostituta de ruta es buena gente), es decir, muy acartonados.
Sobre las motivaciones que inducen al personaje principal en el filme pues son clarísimas: él es un fan de maradona, diego enferma y Tati benítez (personaje principal) decide ir a buenos aires para entregarle una raíz que "se parece a maradona". Tati es un seguidor extremo de maradona y durante su trayecto intenta descubrir en la opinión de la gente algún misticismo o sentido a su viaje, explicación que no tiene resolución más que la de la necesidad de un pueblo por encontrar ídolos, gente en quien creer, en quien confiar y que de ese modo obtengan felicidad o algún "milagrito" como en la escena donde el bus donde sube tati se dirige a ver a la imagen del gauchito gil, ahí se aprecia el tema de la devoción y se realiza la primera metáfora de la imagen del diego maradona "santo", analogía que por cierto resulta risible cuando un grupo de manifestantes irrumpe su paro simplemente por la figura de diego maradona en pedazo de árbol... escena poco lograda por la facilidad de su resolución.
Pero no quiero ser malo con Sorín, los primeros 20 minutos de la película son buenísimos: testimonios my bien logrados de los pobladores, una imagen poco iluminada, una excelente cámara en mano, las imágenes insertadas y la voz en off nos muestran un clásico documental social o de lo contrario -para los más entendidos- un genial documental ficcionado... lástima que después todo se desdibuja, desaparecen los testimonios y el estilo visual es más común, más digerible para cualquier público y es que aunque al principio la peli parece una creación de autor tal parece que Sorín intento llegar al gran público, hacer una peli dento de todo comercial mucho más usando como móvil la figura de maradona y un seudo neorrealismo que se ha convertido en un tópico para este director que esperemos retome su estilo inicial, personal aquel que descubrimos en una gran obra como Historias mínimas.

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