EN EL NOMBRE DEL PADRE

Perder un padre no es cosa de todos los días, y no debería serlo por el dolor que implica esta pérdida, sobre todo cuando se trata de un buen padre. A manera de homenaje al padre que se ha ido, hacemos aquí una pequeña revisión de películas que en los últimos años, han tratado el tema de hijos que de un momento a otro se enfrentan a la partida del autor de sus días.

Las Invasiones Bárbaras (Les Invasions Barbares) de Dennys Arcand
Una rara muestra del cine quebequiano, que por una aún más rara decisión de los distribuidores nacionales se pudo ver en el Perú, con la colaboración también del circuito de distribución pirata.
Se trata en realidad de la conclusión de una película anterior del mismo Arcand que llevaba por título El declive del imperio americano (Le Decline de l’Empire Americaine), en la cual el director vuelve a reunir a varios de los personajes de aquel film, pero esta vez en ocasión de la enfermedad terminal del protagonista Remy.
El tema de la primera película se centraba en la discusión sobre si la civilización estadounidense estaba llegando a su fin, que hacía Remy con varios de sus colegas académicos. Por el título esta secuela llamada Las Invasiones Bárbaras situada 17 años después, parecía indicar una reafirmación de este tema, especialmente cuando una de las escenas iniciales muestra los sucesos del 11 de setiembre del 2001.
Pero rápidamente la cinta da otro giro, cuando aparece en escena Sebastien, el hijo de Remy quien llega a Montreal por un pedido de su madre, más que por querer ver a su padre, ya que está muy resentido con él, por el divorcio de ambos años atrás.
Al principio la relación entre padre e hijo, es tirante, no sólo porque Sebastien no le perdona al padre que haya dejado a su madre, sino también porque son literalmente opuestos: izquierdista e idealista el padre, capitalista y materialista el hijo. Pero luego de la revelación de un secreto por su madre, Sebastien cambia y mueve cielo y tierra para hacer que el tránsito de su padre hacia la muerte sea lo menos penoso posible.
Tratada con algo de frialdad y distancia, la película no deja de ser por ello emotiva, y realista. Todo esto gracias a unos personajes muy humanos, bien trabajados en el guión y un gran trabajo del elenco de actores, todos franco-canadienses y por ello mayormente desconocidos.
A pesar del estilo diametralmente opuesto al cine norteamericano, porque se basa más en los diálogos y en las relaciones personales que en caros efectos especiales, la película se deja ver, sin caer en el aburrimiento, por el contrario invita a la reflexión y ya sólo por ello su visión es recomendable.

El Gran Pez (The Big Fish) de Tim Burton
El mismo año que Arcand, entregaba al mundo sus invasiones bárbaras, un director norteamericano de estilo totalmente diferente, nos entrega una película que a pesar de ello, tiene una gran similitud con la cinta de Arcand. Acá también hay un hijo, que es llamado por su madre, para que regrese a ver a su padre, cuyo final parece muy próximo.
En este caso padre e hijo han estado también alejados por su manera de ver el mundo (fantasioso el padre, hiperrealista el hijo), pero sobre todo por la voluntad del hijo, de querer encontrar su espacio, lejos de la gran sombra de su padre, el mitómano Edward Bloom.
Lo que en la película de Arcand lo conseguían los diálogos y las relaciones simples de los personajes, Burton lo logra intercalando las fantasiosas historias que contaba el padre, llenas de una gran imaginería visual, como sólo Burton sabe hacerlo y que reflejan su talento como creador, que había quedado mellado con su fallida Planeta de los Simios.
El elenco trabaja casi a la perfección, cada actor se mimetiza con su personaje, especialmente los británicos Ewan McGregor y Albert Finney, quienes interpretan a Edward Bloom en distintos momentos de su vida. Jessica Lange luce genial como la comprensiva esposa de Bloom y Billy Crudup no desentona, en el rol del incomprendido hijo.
La escena final, en el entierro multitudinario del padre (*), cuando el hijo puede comprobar cuánto de verdad, habían en sus historias, es una de las mejores que hemos visto del cine de Burton, tanto por su logrado aspecto visual, como por las hondas emociones que inspira. Obviamente muy recomendable.
(*) Esto tiene un valor emocional muy grande para mí, porque la despedida a mi padre, con la Iglesia Matriz de Sullana, llena de muchas personas, algunas de las cuales veía por primera vez, aplaudiendo de pie, me remitió inmediatamente a las visiones de Burton.

Perdiendo el Control (Click) de Frank Coraci (Adam Sandler)
Aunque nunca aparece como director de sus filmes, Adam Sandler es el típico caso de actor/autor, que tiene una participación tan grande en la producción de sus filmes, al punto que no importa al final quién dirige el film, la mayoría de las veces lucirá como “una película de Adam Sandler”.
En esta ocasión, Sandler nos presenta la historia de un arquitecto quien se mata trabajando para poder dar a sus hijos un mejor nivel de vida, pero no encuentra el tiempo para concentrarse en su trabajo. Además su poco comprensivo jefe le exige cada vez más. Un día, producto de su encuentro con un misterioso técnico, llega a sus manos un control remoto universal, que no sólo controla todos los aparatos eléctricos de su hogar, sino que también controla algunos aspectos de su vida.
Todo parece ir bien, hasta que el control se empieza a autoprogramar, y empieza a controlar sus acciones, haciendo que años enteros pasen en segundos y él no pueda hacer nada por evitarlo. Así por ejemplo, en un segundo se pierde el salto de sus bebes a la segunda infancia y luego a su adolescencia.
Aunque la sutileza de Sandler para el humor, muchas veces pueda compararse a afeitarse con un machete, y el tema de la película esté más en el muy usado tópico capriano de “qué pasaría sí...”, la relación de Sandler con su padre tiene un peso importante en la película y la escena en la que ambos se ven por última vez, está bien trabajada y es clave para entender el mensaje que nos quiere dar a conocer.
Sandler no es Burton, ni mucho menos Arcand, pero Click es divertida y su mensaje contra el trabajo del hombre en estos tiempos, está plenamente vigente.

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