“Lo último que envejece es el corazón”

Aburrido y cansado decidí ver la película que compré en los piratas: Rocky VI (Rocky Balboa en su título original). No quise crearme falsas expectativas por los comentarios positivos de la crítica quienes decían que el filme culminaba dignamente la saga del boxeador.

Y, lo admito, Rocky Balboa es una buena película, no decepciona y entretiene de principio a fin. El éxito del filme es su falta de pretenciones. No quiere ser un clásico ni mucho menos una película que lleve al buen Sly (director y guionista del filme) a la estratosfera de directores de culto. Nada que ver. Rocky Balboa es producto de la madurez de un actor y director que nunca pudo superar su éxito interpretando al duro Rocky en los setentas.

Stallone acepta su edad y eso le ofrece una visión distinta a su personaje. Rocky está viejo, y administra su propio restaurant, que es como su baúl personal de gratos recuerdos; su gloria en el ring aún es recordada por muchos, sin embargo, la pérdida de su esposa le ha dejado sin motivación, visita constantemente su tumba y el barrio donde vivieron juntos, como buscando un consejo para saber qué hacer y qué rumbo tomar en su vida.

Rocky ya no es el mismo y los años pesan no sólo en él sino en quienes le rodean: su hijo, quien no soporta el apellido Balboa por vivir bajo esa sombra de éxito; Paulie, su cuñado, frustrado por su pasado; y una mujer que conoció desde muy niña a Rocky y que ahora, madura y madre soltera, es una “amiga” a quien Rocky intenta salvar de la soledad y pobreza y con quien planea tener su segunda oportunidad.

Estos personajes confluyen y se unen a Rocky, una especie de persona muy bondadosa, debido a su humilde pasado, preocupado por ayudar a sus amigos, en ese restaurant que en la película se convierte en un lugar amable, tranquilo, donde hay mucha cordialidad producto de la evolución y crecimiento de los personajes. Es aquí cuando la película se convierte en un filme de encuentros entre los más cercanos del boxeador, encuentros para sanar heridas, para empezar nuevas relaciones, es decir para tener nuevos bríos y sentirse vivos.

Y esto lo entiende Rocky quien dice “sentir algo en el sótano”, sentir que su espíritu aún está vivo y que la única forma de acabar con esa “bestia interna”, con esos demonios del pasado, es retomar aquello que le apasiona y que siempre le mantuvo vivo: el BOX.

El film además, plantea una historia paralela, la del actual campeón mundial de los pesos pesados, un joven triunfador que ha hecho mucho dinero en la actividad pugilística pero que lamentablemente no tiene el reconocimiento de la crítica especializada ni de la fanaticada. Mason Dixon no encuentra un rival de respeto con el cual pueda competir y eso le quita méritos, siente que le falta mucho y que no podrá demostrarse a sí mismo que vale. Tiene éxito económico pero vacío espiritual.

No seguiré comentando el filme pero lo que para muchos iba a ser una ridiculez se convierte en una peli nostálgica. No sólo la nostalgia de ver a Rocky entrenando con la canción clásica que movió al mundo en una época sino ver a un personaje humano que se siente derrotado pero que apela a un corazón más joven que nunca para seguir luchando y para demostrarse a sí mismo que “nunca se acaba hasta que se acaba”.

Si tuviera que destacar momentos que realmente me movieron está la conversación entre Rocky y su hijo cuando éste último le increpa que no intente regresar al mundo del box y Balboa, viejo y sabio, le da una lección donde el box se convierte en la metáfora de la vida misma: la vida es dura pero lo importante no es pegar más duro a tu oponente sino saber aguantar los golpes que nos da, asimilarlos y no hundirse.

La realización del filme es impecable. No es extraordinaria pero cumple a la perfección sus fines narrativos. La escena de la pelea está muy bien elaborada, sin excesos ni efectismos. Se nota el realismo de las imágenes televisivas de alta definición.

Pero bueno, les recomiendo la peli a los aficionados de Rocky y a quienes no pues la pasaran muy bien en un filme de personajes muy humanos, de pasados que nos atormentan, de tristeza y sobre todo de superación y de darnos segundas oportunidades por encima de nuestra edad o limitaciones porque –como le dijeron a Rocky- “lo último que envejece es el corazón”. (manuel eyzaguirre)

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