Anora: pretty woman actual
Sean Baker es un director muy creativo que se ha caracterizado siempre por captar en sus películas a seres marginados, excluidos del llamado "american dream", cuyos ejemplos más palpables son Tangerine (2015) realizada con iphones y The Florida Project (2017) un drama que muestra el lado opuesto a Disneyworld y que mereció mejor suerte en los Oscar al momento se su estreno.
Ahora regresa con Anora (2024), una comedia en apariencia (solo en apariencia), más ligera que las dos anteriores y que le sigue los pasos a Ani (Mikey Madison), una prostituta que reliza además bailes de tubo en un night club y que tiene permitido salir con sus clientes. Como habla ruso de manera aceptable, un día es llamada por su jefe para que atienda a Vanya (Mark Eydelshtein) un joven inmensamente rico que casi no habla inglés y con el que congenia de inmediato.
Ambos están muy a gusto juntos y empiezan a vivir un cuento de hadas. Vanya parece muy enamorado y la contrata pagándole muy bien, para que le sirva de escort durante una semana, y durante ese tiempo en un momento impulsivo le pide matrimonio y van a casarse a La Vegas, pero hasta aquí llega el cuento. Garnik, una especie de niñero pagado por el papá de Vanya, se entera del matrimonio y en vista de que el muchacho se niega a disolver el vínculo, se ve obligado a llamar a sus padres.
En una película convencional acá terminaría la comedia pero en Anora no, Sean Baker se las arregla para cambiar de ritmo y estilo, y pasamos ahora a una etapa más parecida a la comedia de enredos, y a la velocidad vertiginosa empiezan fugas, persecuciones, golpes y gritos que logran que la historia no decaiga, hasta llegar al inevitable final.
El final es el único momento serio de la película y aunque es algo grotesco, abierto y triste, es un cierre coherente para la historia que cuenta.
Definitivamente si Anora funciona es en gran parte por el aporte de Mikey Madison, una actriz de 25años, descubierta por Tarantino que le imprime a su personaje ese carisma de autenticidad y buena onda, que hacen que le caiga bien al público aún en sus momentos más salvajes. El resto del reparto no está mal, pero se ve eclipsado por el gran peso que tiene el personaje de Madison en el film.
Baker es también un buen narrador de historias y sabe cómo abrir, por donde conducir a sus personajes, qué resortes tocar para que el público no se aburra y se quede conectado con la película hasta el final.
Pero hasta allí llegamos. La película no presenta más méritos destacables, al menos no para nominarla a mejor película; como dijimos al comienzo The Florida Project sí mereció algún Oscar, en tanto que Anora no debió estar entre las 10 seleccionadas. Pero al parecer su frescura convenció primero al Jurado de Cannes y de allí a los votantes de la Academia, veremos cómo le va en la gala.
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