A complete unknown

 Llevar al cine la vida o los hechos de una persona cuya vida y obra ha sido tan abudante e influyente, es una misión muy difícil. Y tratándose de una figura como Bob Dylan la cosa puede ser peor, sino preguntele a Todd Haynes quien intento hacerlo con la experimental I'm not there (2017) cinta en la que Dylan era interpretado por varios actores y una actriz.

James Mangold, director quien ya antes había hecho una biopic de otro grande la música folk: Johnny Cash en Walk the line (2005), ha decidido centrarse solo en la etapa inicial de Dylan, entre 1960 a 1965 adaptando la novela de no ficción "Dylan goes electric" de Elijah Wald.

La película tiene una estructura convencional, con narrativa lineal sin saltos de tiempo, con un lenguaje audiovisual que no busca impresionar, sino que se pone siempre al servicio de la historia...si nos limitamos a esos aspectos la película no sería otra cosa que una sucesión de viñetas anecdotarias. Pero Mangold cuenta con dos ingredientes que sabe aprovechar muy bien: la extraordinaria música de Bob Dylan (y otros artistas) y un reparto sobresaliente.

Esto se evidencia desde la primera intervención de Timothée Chalamet como Dylan, cuando llega al hospital a ver a su ídolo enfermo Woody Guthrie y le dedica una canción. Aunque los biógrafos señalan que este encuentro no se dio así (y menos con Peter Seeger al lado de la cama), la forma como lo estructura Mangold es bastante efectista y la manera como Chalamet toca la guitarra y canta (sí, es su voz), simplemente es mágica. Desde este momento la película se gana al espectador.



En un tiempo donde tenemos que hacer un gran esfuerzo por distinguir lo falso de lo real, la interpretación de Chalamet luce tremendamente auténtica. Felizmente él no es el único que luce real,la producción reclutó a californiana Monica Barbaro para el rol de Joan Baez, cantante que ya era famosa cuando Dylan recién iniciaba; con ella grabó importantes temas para esa década y sostuvo una relación de pocos años.

Barbaro también canta con su propia voz, que se asemeja sorprendentemente a la hermosa voz de soprano de la Joan Baez original, y compone un personaje íntegro, acabado que si bien se deja impresionar por Dylan, no duda en echarlo o gritarle sus verdades cuando éste se pasa de la raya. Ojalá se alce con el Oscar a la mejor actriz de reparto, su trabajo realmente lo merece.

El resto del reparto también es digno de destacarse: Elle Faning como Sylvie Russo (personaje ficticio pero que guarda similitudes con Silvia Rotolo, una de las novias de Dylan), Edward Norton como el al inicio bonachón Peter Seeger, o Scott McNairy como el agonizante Woody Guthrie, Boyd Holbrook como Johnnie Cash, entre otros, que aparecen muy poco tiempo.

En suma se trata de un trabajo digno de verse, que evidentemente gustará más a los fans de Dylan y el folk rock, y que nos transporta con nostalgia a unos tiempos donde el talento acompañado de una guitarra terminaba por conquistar a millones de personas y convertirse en la voz de una generación. Muy distingo a los complicados tiempos de hoy.

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