Ellas hablan
Sarah Polley ingresó al mundo del cine desde muy pequeña, a los 4 años, aunque fue el papel de Sally Salt a los 12 años en Las aventuras del barón Munchausen (1988), de Terry Gillian, la que la puso en el ojo público. Posteriormente haría papeles muy bien interpretados para directores como Atom Egoyan, David Cronenberg, Zack Snyder o Isabel Coixet, para quien realizó dos actuaciones memorables en Mi vida sin mi (2003) y La vida secreta de las palabras (2005).
Luego haría su primer largo Away from her (2006), un buen drama sobre una mujer con Alzheimer donde se nota un poco la influencia de Coixet. Más adelante sorprendería a todos con un documental sobre su infancia Stories We Tell (2011), donde cuenta cómo descubrió que el padre que la había criado, no había sido en realidad su padre.
Con toda esta preparación Polley nos presenta ahora Women Talking, basada en la novela de Miriam Toews quien a su vez se basó en un hecho real ocurrido en Bolivia, dentro de una comuna aislada de menonitas.
Valiéndose de su propia voz en off (al igual que en Mi vida sin mi), y de breves flashback, la directora nos sitúa de plano en la problemática de la historia: varias mujeres de una comunidad religiosa despiertan con magulladuras, moretones, señas de violación entre otras cosas. Los hombres de la comuna le echan la culpa al diablo, a la imaginación o la "enorme necesidad de las mujeres por llamar la atención".
Dispuestas a demostrar que no es nada de eso, ellas montan guardia y logran capturar a un joven intentando violar a una adolescente. Viéndose atrapado, el joven delata a todos los hombres que relizan estas prácticas, quienes son denunciados y luego encarcelados. Los ancianos de la comunidad, no están contentos con esto, así que pagan la fianza de los hombres y les exigen a las mujeres que los perdonen o de lo contrario deberán abandonar el lugar.
Las mujeres entonces, se reúnen varias noches en un granero tratando de elegir una de tres alternativas: pedonar y quedarse, quedarse y luchar o marcharse. Como ellas no saben leer ni escribir, porque allí solo los hombres reciben educación, solicitan la ayuda de August, el maestro de la comuna, quien lleva la actas de todas las reuniones.
A partir de ese momento la película se centra en todos los argumentos de las mujeres para quedarse o irse, sus discusiones, sus recriminaciones, y hasta sus explosiones de ira, que son interrumpidas brevemente por flashbacks que brevemente cuentan algunos detalles del pasado.
Valiéndose de su gran sensibilidad, un eficiente manejo de cámara y una buena dirección de actrices y actores, Polley logra transmitir toda la rabia y frustración, pero también los ideales y esperanzas, de estas mujeres, quienes se expresan a través de largos diálogos, sin llegar por ello a aburrir en ningún momento al espectador.
Cabe agregar que sea cual sea la decisión que tomen, estas mujeres nunca han pensado en abandonar su fe, en todas sus discusiones, la toman siempre en cuenta como guia o marco.
Es notable el gran trabajo actoral de Rooney Mara, Claire Foy y Jesse Buckley, quienes encarnan convincentemente a parte del grupo de mujeres que tiene que decidirse y también el de Ben Whishaw, como August, el sensible maestro de escuela, que es el único hombre que prácticamente aparece en escena, pues a los demás los vemos solo en tomas distantes y sin hablar.
Hemos ya mencionado el buen trabajo de fotografía a cargo del canadiense Luc Montpellier y por supuesto, no podemos dejar de mencionar el enorme trabajo en la emotiva partitura de Hildur Gudnadóttir, la talentosa música islandesa, muy solicitada ahora en un trabajo en el que recién las mujeres se están haciendo lugar en una actividad predominantemente masculina.
Nominada a dos óscares,Women Talking tiene posibilidades de obtener el de mejor guion adaptado para Sarah Polley, esperamos que así sea, porque es tiempo ya de otorgarle un estímulo, a esta, realizadora que día a día confirma su gran talento audiovisual.
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