El Triángulo de la Tristeza
En mayo del año pasado, en el último Festival de Cannes, llamó la atención a propios y extraños que la Palma de Oro, el premio más importante del festival haya sido otorgado a este film, Triangle of Sadness, dirigido por el sueco Ruben Östlund.
Divido en tres partes bien marcadas (Carl & Yaya, The Yacht y The Island), la película sigue a una pareja compuesta por un modelo y una influencer, quienes ganan un premio para un crucero de lujo, junto con un grupo de excéntricos millonarios y un capitán que se niega a salir de su camarote. Posteriormente parte de este grupo de pasajeros, la tripulación y el personal de servicio van a parar a una isla, donde los roles se cambian.
Aunque los primeros minutos, en los que vemos a un gran grupo de modelos masculinos son divertidos, la primera parte llega a cansar un poco, creemos que se le dedica excesivo metraje (pareciera que si las películas no pasan las dos horas no llegan a ser consideradas al Oscar).
La segunda parte es la más divertida Östlund se divierte diseccionando a un grupo de lo más variopinto entre los que se encuentran Dimitri un capitalista ruso y Vera su esposa, Therese una señora que sufre de discapacidad, Jarmo un millonario tech, dos encantadores ancianos traficantes de armas, fuera de una tripulación también algo particular. La diversión aumenta cuando los junta a todos a cenar durante una tormenta, con resultados desastrosos.
La última parte que parecía iba a ser una parodia de El señor de las moscas (1963), tenía sus momentos graciosos, pero termina un poco perdiendo la brújula y se nota que el director tuvo problemas con el final, porque ha elegido uno que es poco satisfactorio.
Östlund quien ya había ganado Cannes en el 2017 por su film The Square, parece ser percibido por los jurados del festival y cierta crítica como una especie de nuevo Buñuel, por la forma cómo se burla de la alta burguesía y la gran carga de humor negro que dispara en sus películas.
Pero si bien hay cierta gracia en sus películas, el realizador sueco está todavía a leguas del gran maestro español. Se acercaría un poco si se animara a jugar la carta del surrealismo en sus films, pero por ahora solo la sugiere.
Pese a que el espaldarazo de Cannes le ha permitido llegar hasta los Oscar (y seguro se llevara uno o dos) Östlund es un director que todavía tiene mucho por recorrer para traernos una obra maestra. Pero al menos lo está intentando.
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