Emilia Pérez: las razones equivocadas
Jacques Audiard es un director francés que tiene en su haber algunos trabajos muy importantes y ganadores de premios como De latir, mi corazón se ha detenido (2005), Un profeta (2009) o el drama romántico De óxido y hueso (2012) , obras muy diferentes entre sí que lo han posicionado como uno de los directores más interesantes del cine francés contemporáneo.
Esta vez ha elaborado un musical ambientado en México, en el contexto del narcotráfico (de allí que algunos lo llamen "narcomusical"). Los primeros minutos nos presentan a Rita Mora, una abogada encarnada por la dominicana Zoe Saldaña quien es contratada casi a la fuerza por "El Manitas" uno de los narcos más poderosos y temibles del país.
Si la llamada fue sorpresiva, el pedido de "El Manitas" lo es todavía más: quiere que lo ayude en una operación de cambio de sexo y tiene no solo que encontrar al cirujano sino que también debe guardar el secreto a todo el mundo, incluyendo su familia. Después de 4 años, Manitas regresa convertido en Emilia Pérez quien se presenta como una prima de la persona que fue antes. Ella pide ayuda nuevamente a Rita para que su esposa Jessi (una poco creíble Selena Gómez) y sus hijos se reúnan con él.
En esta nueva etapa de su vida la ahora llamada Emilia Pérez, da un cambio radical y se dedica a buscar a las víctimas desaparecidas muchas veces por el accionar de su antiguo yo, y en ese proceso parece encontrar un nuevo amor, cosa que también esta ocurriendo con su esposa, aunque en ese caso se trata más de un reencuentro.
Todo esto sazonado con algunas canciones, o mejor dicho diálogos cantados que en lugar de lucir creativos, la mayor parte de las veces caen en el ridículo, como por ejemplo el ballet que tiene lugar en la clínica donde se operará "El Manitas".
Pero ese no es el mayo problema de Emilia Pérez. Tampoco es el marcado acento norteamericano de Gómez (auque también es una falta de respeto para los espectadores latinos). Su mayor problema es que presenta un inconveniente grave con la verosmilitud. Ojo que no estamos hablando de realismo. El realismo se puede exigir a un documental o en menor grado a una obra de ficción que pretende basarse en hechos reales. La verosimiltud en cambio es ese mínimo de aceptabilidad que debe tener una obra para que el espectador no sienta que le están tomando el pelo, y eso es justamente la sensación que deja este film.
Ya el punto de partida era difícil de aceptar: un narco poderoso que decide convertirse en mujer, equivale casi a un suicidio en ese mundo. Pero lo que sigue después es peor: en un giro mágico ese narco sanguinario, un veradero monstruo, de pronto se arrepiente de todo lo que ha hecho y decide hacer el bien, solo por qué sí, esto ya suena a estafa.
Si la película no termina de hundirse es por la valiente actuación de Zoe Saldaña, quien a pesar de todo cree en su personaje y se echa la película a cuestas dotando a su Rita Mora Castro de una dignidad que lamentablemente es insuficiente.
Se entiende que el cine sea también un negocio, que se deba recuperar dinero, y que por ello se pueda optar a la polémica y a otras razones extracinematográficas para que todos hablen de ella. Pero estas razones no deberían pesar a la hora de evaluarla. El ruido no debería ser una de las condiciones que pesen para que una película sea considerada una obra maestra.
Lamentablemente el Oscar necesita también de ese ruido y es por eso que no solo le ha otorgado una cantidad exagerada de nominaciones, sino que es bastante seguro que le entregará los premios principales en la noche de Gala en vías de asegurar rating.
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