Todo, en todas partes, al mismo tiempo
Estamos aquí ante el típico caso de una película que provoca tanto adhesiones como rechazos, es decir no hay medias tintas, o te gusta mucho o no te gusta nada.
La dupla de directores, que se hacen llamar los daniels (Daniel Kwan y Daniel Scheinert), ya habían dado muestras de su originalidad, y de sus ganas de romper moldes, con uno de sus anteriores trabajos: Swiss Army Man (2016), con Paul Dano y Daniel Radcliffe , contando la historia de dos naúfragos en una isla, uno de ellos ya varios días difunto.
La historia en esta ocasión es la de una mujer china de mediana edad, dueña de una lavandería, cuya vida está atravesando momentos difíciles: su marido quiere divorciarse de ella (aunque aún no se lo dice), su negocio debe miles en impuestos; debe atender a su padre mayor y tiene una difícil relación con su hija adolescente, a pesar de que ella busca comunicarse más.
Un día, mientras estaban en la oficina de impuestos intentando que no les cierren la tienda, se aparece alguien idéntico a su marido, quien le dice que viene de otro universo y debe acompañarlo para evitar el colapso de todos los universos.
Lo que sigue a continuación es una montaña rusa de peleas coreografiadas, humor diparatado, efectos especiales, explosiones de colores, retorcida creatividad, filosofía existencial y una mezcla de géneros, que sacuden hasta el espectador más inensible. Es justamente aquí, luego de haberse sometido a semejante bombardeo, donde el espectador dice aceptar la propuesta de los Daniel y continuar, u odiarlos y rechazarlos.
Evidentemente hay que reconocer que si la película no parece un diparate a todos, se debe en gran parte al trabajo del elenco encabezado por una Michelle Yeoh en plena forma, un Ke Huy Quan capaz de cambiar de registro rápidamente y una Jamie Lee Curtis quien demuestra que aún tiene mucho por ofrecer.
Y por supuesto, hay que destacar también el arte de la dirección de fotografía, el enorme trabajo de edición y la música del film, que logran mantener la unidad, a pesar de la gran variedad de imágenes y situaciones del film.
Sus 11 nominaciones al Oscar han sido una sorpresa (quizá una exageración), primero porque no se trata de una película de estudios y en segundo lugar porque se aleja (felizmente), del camino por el que transitó la Academia el año pasado, premiando a lo políticamente correcto.
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