30 años de una película maldita: El Silencio de los Inocentes

 Había terminado la universidad, pero aun asistía a ella para hablar con mi asesor y avanzar mi tesis. Nada más al entrar a su oficina me di cuenta que era un día diferente: estaba muy entusiasmado conversando con otro profesor que venía de Lima (ambos eran profesores visitantes) el estreno de una película que los había dejado pasmados.

"Y al final te deja en shock, porque mientras cae un asesino, el otro se queda por allí suelto", le escuché decir.

Durante varios meses, eso fue todo lo que supe de El Silencio de los Inocentes (The Silence of the Lambs), una película de un director desconocido con dos actores de cierto prestigio que todo el mundo comentaba, pero que solo los pocos que viajaban a Lima continuamente podían ver.

Luego apareció el VHS pirata (esos cuyos subtítulos estaban hechos por principiantes) y pasó lo que pasa cuando tus expectativas crecen mucho: me decepcioné, era una película bien hecha, pero enredada, muy oscura y difícil de comprender.

Tuvo que pasar más de un año cuando por fin el único cine que quedaba en Piura se animó a estrenarla y allí me di cuenta que realmente era otra cosa, en efecto, en pantalla grande con la iluminación, los subtítulos bien traducidos y el sonido adecuados la película era realmente una obra maestra.

Hoy a tres décadas de su estreno la película no solo no ha envejecido nada, sino que gana con cada visionado extra. El Silencio de los Inocentes, tiene una enorme complejidad y es el resultado de una feliz conjunción de un director que supo captar la esencia de la novela, apoyado en un excelente guionista, dos actores que intuían que estaban ante el papel de su vida y tenían que dar el todo por el todo y un equipo técnico de primera que aportó aquí lo mejor de su conocimiento y experiencia.

Basada en la novela de Thomas Harris, la película tuvo un accidentado y largo proceso desde que se compraron sus derechos hasta que por fin pudo ser llevada a la pantalla grande. Parecía un film maldito porque todos aquellos que se interesaban en llevarla a cabo (entre los que estuvieron Gene Hackman y Sean Connery), se desanimaban luego de comprobar lo oscuro que era su guion.

Además del miedo a relacionarse con una película que cause rechazo por su crudo contenido, estaban también las razones econonómicas: la adaptación de la anterior novela de Harris, Red Dragon, donde aparecía por primera vez el personaje de Hannibal Lecter, y que se estrenó con el nombre de Manhunter, había sido un enorme fracaso que nadie quería repetir.

Felizmente el proyecto llegó a manos de Jonathan Demme, un cineasta formado en las canteras de la productora de Roger Corman, y que había tenido cierto éxito con algunas comedias en Hollywood. Él tuvo el temple y la insistencia suficiente para seguir adelante con el proyecto a pesar de los múltiples reechazos iniciales (sumamos acá a Meg Ryan y Michelle Pfeiffer que dijeron NO a asumir el rol de Clarice Starling).

Demme supo además desde el comienzo qué es lo que tenía que hacer con la película: dar miedo y para ello sabía que tenía que apoyarse en el personaje de Lecter. 

También se dio cuenta que para diferenciarse, tenía que hacer una película alejada de la tendencia de la década anterior las slasher movies, plenas de sangre y mutilaciones explícitas. Demme no renunció a mostrar sangre y otros horrores, pero muchas veces lo hacía indirectamente a través de fotografías y cuando le tocaba mostrarlas en directo, no se regodeaba en ellas.

Otro tema particular con esta película es la mencionada conjunción de talentos que se dieron para realizarla: Ted Tally en el guion, Tak Fujimoto en la fotografía, Howard Shore en la banda sonora, Craig McKay en la edición la Dirección Artística de Karen O'Hara y Colleen Atwood en el vestuario. Ya algunos habían trabajado con Demme antes, pero en este film están todos en "estado de gracia".

Desde los primeros minutos podemos ver los resultados de esa conjunción al ver la secuencia de los créditos (cuando todavía se podían ver este tipo de secuencias a inicios de una película), con una fotografía que destaca las brumas de un frío día de Virginia, donde están las oficinas del FBI, acompañada del tema de la película, un tema de notas graves, sombrías que nos alerta que lo que veremos no será nada hermoso. El tema compuesto por Howard Shore, sonará como un leitmotiv a lo largo del film.

¿PELÍCULA DE TERROR?

Se dice que El Silencio de los Inocentes es una película de terror, pero no cumple con una de las condiciones principales para incluirla en ese género: no existe un personaje sobrenatural, de habilidades sobrehumanas en ella... aunque todo eso entra en duda cuando nos encontramos con Hannibal Lecter.





Demme sabía que su presentación tenía que ser imponente, aunque sin llegar a ser estridente y lo logró: para ello decidió retirarle las rejas de su celda y ponerlo tras una barrera de cristal grueso, donde lo podemos ver de cuerpo entero. Del resto del trabajo se ocupó Anthony Hopkins, quien con una interpretación contenida pero con detalles reveladores, compone a un Dr Lecter inquietante: educado, de buenas maneras, pero al mismo tiempo obsceno, siniestro, capaz de confesar los peores crímenes sin mostrar ni un ápice de remordimiento. Si a eso le sumamos un gran sentido del olfato, por ratos dudamos si estamos ante un ser humano o la encarnación del mal.

 Más adelante los horrorosos asesinatos que comete, y la espeluznante forma como dispone los elementos de las escenas de sus crímenes, conformarán en esa impresión.

Obviamente gran parte del éxito de la película está en los encuentros entre Hannibal y Clarice, la única persona a la que el doctor parece guardarle cierto respeto por su determinación y juventud. La forma como Demme ha filmado estos encuentros, recuerdan duelos de western, con ambos personajes disparando sus palabras, con planos cada vez más cercanos que muestran unas miradas que dicen mucho más que las palabras que pronuncian.

Curiosamente ambos protagonistas han sido honrados este año: Hopkins recibiendo su segundo Oscar y Jodie Foster, recibiendo el premio a su trayectoria en el Festival de Cannes. Lástima que no los hemos vuelto a ver juntos en un film.

Tendríamos para llenar un libro de todos los grandes logros de esta película, la cual como hemos dicho gana en cada visionado extra, pero para no extendernos mucho pasaremos a hablar del final.

Para empezar somos conducidos a él de manera engañosa (spoilers alert hace rato): la edición de Craig Mc Kay nos hace creer primero que será la policía la que dará con el asesino, pero en realidad será Clarice quien siguiendo una pista no tomada en cuenta, la que lo ubique. La forma como llega al apartamento y como va introduciéndose en él se convierte en un descenso a los infiernos (sería el segundo descenso, el primero fue cuando Clarice se introduce en la cárcel donde está Lecter), no solo porque baja a niveles cada vez más sombríos, sino porque cada uno de ellos es más básico y asqueroso que el anterior.



Esto gracias al trabajo de Fujimoto, quien es capaz de componer tanto escenas luminosas, con colores brillantes y tonos pasteles, y de allí pasar casi de inmediato a tonos ocres, llenos de sombras, con muy poca luz, sin que ello signifique dificultades para visibilidad. El otro mérito de esta gran escena corresponde a los decorados de Karen O'Hara, llenos de elementos sucios, desordenados, paredes manchadas, muebles desgastados, todos indicadores de la perturbación del dueño de esa casa.

Esta escena ha sido "homenajeada" varias veces, en muchas películas, la última de ellas en la serie de HBO Mare of Easttown con un descenso a los infiernos bastante similar.

Y luego el duelo final: un duelo bastante extraño porque generalmente estamos acostumbrados a ver al asesino desde la perspectiva del policía, y acá es al revés, es a la policía a quien vemos bajo el punto de vista del asesino, quien además cuenta con una gran ventaja sobre ella.

Para concluir, parece mentira que hayan pasado 30 años ya de esta obra maestra, un verdadero clásico. Y parece mentira que ninguna de las grandes plataformas de streaming la tenga en estos momentos en su lista. Bonita forma de rendirle homenaje.

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