DESCUBRIENDO AL CLANDESTINO SANJINÉS
Una de las sorpresas más grandes
del reciente 23 Festival de Lima, fue el descubrimiento del cineasta boliviano
Jorge Sanjinés, figura importante del llamado Nuevo Cine Latinoamericano, al
que sin embargo pocos han tenido la posibilidad de acceder a su cine.
De Jorge Sanjinés conocíamos poco,
apenas un breve apunte en el libro A
History of Movies de John L. Fell, en la sección World Cinema, dando cuenta
de uno de sus recientes estrenos Yawar Malku (sorprendió también que se
mencione en ese libro a Bolivia y nada de Perú), y mucho más adelante, los
párrafos que le dedica el crítico e historiador de cine, Isaac León Frías en su
libro El Nuevo Cine Latinoamericano de los años sesenta.
Sabíamos que era el director cinematográfico más representativo de Bolivia, que sus películas habían ganado premios importantes, pero jamás habíamos tenido la posibilidad de ver alguna de ellas.
Jorge Sanjinés
Por eso cuando nos enteramos del
homenaje que se le iba a realizar en el Festival no lo pensamos dos veces y
asistimos al conversatorio, al que lamentablemente el realizador no pudo ir por
su salud; pero en el estuvieron presentes varias personas que
trabajaron o trabajan actualmente con él como su director de fotografía César
Pérez o el director de su fundación grupo Ukamau, el argentino Pedro Lijerón.
Pérez inició el homenaje hablando sobre la función
social del cine, una dimensión de ese arte que según él no ha sido del todo
explotada. Luego hizo una retrospectiva de las primeras
películas de Sanjinés se centró en su trabajo más conocido La Nación Clandestina (1989) una película que estaba cumpliendo
tres décadas y que fue ganadora el Festival de Cine de San Sebastián de ese año.
El director de fotografía
peruano, mencionó que Sanjinés se tomó mucho tiempo en buscar la temática para lo
que sería su nuevo film, algo que fuera mucho más allá de lo que había hecho
hasta el momento, y lo encontró en un mito, a partir del cual desarrolló el
argumento de una película que según el realizador, ayudaría a refundar la
identidad de las naciones originarias de
Bolivia.
Después de esta introducción
pasaron Pérez y Lijerón pasaron tres fragmentos de La Nación Clandestina, los cuales llamaron mucho nuestra atención.
En el primero de ellos, vemos al
protagonista Sebastián Manani de niño, cuando ve por primera vez a uno de los
últimos Danzantis, una tradición ya casi olvidada por el pueblo aymara, por
medio de la cual un miembro del pueblo se sacrifica para lavar sus ofensas
bailando con una máscara, y recorriendo varios caminos sin parar hasta morir.
De esta manera su sacrificio, redime también a su pueblo.
Aunque no es muy probable
que exista alguna conexión, esas imágenes nos remitieron de inmediato a La Jeteé (1962) de Chris Marker y su
remake 12 Monkeys (1995) de Terry
Gillian, donde el protagonista niño sin saberlo, va a ver morir en un
aeropuerto a su versión adulta, que ha viajado del futuro para tratar de
impedir una catástrofe que pondría en
peligro la existencia de la Humanidad.
En otro fragmento, vemos a
Mamani embriagándose en su casa, a la que llega velozmente un discípulo suyo
para contarle que los militares están masacrando civiles en la ciudad y que
mejor no salga. En una escena resuelta en un
complicado plano secuencia, el maestro le dice que ya está decidido y que no
tiene nada que hacer en esta ciudad.
Más tarde César
Pérez y el sonidista, Mauricio Godoy hablarían de la coordinación intuitiva que
tuvieron para realizar esa escena tan complicada de filmar por su gran
movilidad, sin estorbarse el uno al
otro.
Finalmente se
nos mostró el fragmento en el que Mamani ha emprendido ya su viaje de
redención, y en el que se topa con un vehículo del ejército, con un oficial del
ejército boliviano, quien inmediatamente lo aborda y le pide sus papeles,
llevándose a cabo entre ellos un diálogo surreal y absurdo.
“Esta escena
muestra el choque entre las dos naciones: la Bolivia oficial representada por
el oficial del ejército y la clandestina, representada por Mamani. De este
encuentro se sabe que la oficial jamás podrá entender a esta otra nación que ha
permanecido oculta”, nos dice Pérez.
Y hasta allí no
más mostraron. Pedro Lijerón, hizo hincapié en que no dejarían ver nada más
para que vayan todos a verla en la función del día siguiente, que sería domingo
a las 10.30 de la noche.
El adelanto que
tuvimos la oportunidad de ver cumplió su función como gancho, esos pocos
minutos que vimos, fueron suficiente para darnos cuenta que estábamos ante un
material único, muy diferente a lo que se venía haciendo en el cine
latinoamericano de ese entonces.
En el
conversatorio, se tocaron más temas sobre la vida y obra de Sanjinés, entre
ellas una anécdota de María Bareda, quien recordó la vez que acompañó a la
madre del director desde La Paz hasta Ayacucho para buscar a su hijo, en esa
época exiliado en el Perú y que llegaron justo a tiempo para asistirlo a una
terrible enfermedad, la cual sin los cuidados debidos pudo costarle la vida.
LA PELÍCULA
Por la hora de
la función, por estar mayormente hablada en un idioma desconocido, y por
presentarse en una copia sin restaurar, pensamos inicialmente que íbamos a
tener una experiencia exigente, poco grata, pero felizmente no fue así.
Desde sus primeros
minutos La Nación Clandestina, sorprende,
atrapa, no nos deja indiferentes. La película comienza con un entierro
indígena, en la cual una familia lamenta la pérdida de un familiar, y también
la de uno de sus hijos, el cual se fue a vivir a la capital, renegando de sus
orígenes y hasta se cambió el apellido.
Uno de los
hermanos acusa la madre doliente de que ella tiene la culpa de que su hijo se
haya alejado, porque desde pequeño lo envió a vivir con los blancos de quienes
adquirió otra forma de ver el mundo, situación que vemos a través de un breve,
pero muy ilustrativo flashback.
Desde allí
seguiremos las peripecias de este personaje Sebastián Mamani, un aymara que
reniega de sus orígenes, a pesar de lo cual es perdonado por su pueblo, pero a
al cual nuevamente le da la espalda cuando le tocó estar enfrente de la
comunidad.
Todo lo que ha
sido su vida y sus relaciones familiares y con las personas con las que se topó
en su camino, se nos es mostrada en una estructura circular, a través de
numerosos flashbacks y regresos al presente, cuyo único hilo conductor es el
viaje concluyente de Mamani camino de vuelta a su comunidad, atravesando
montañas, desiertos y diferentes caminos y encontrándose con diversos
personajes que son en realidad arquetipos de la sociedad boliviana.
A pesar de
tratarse de arquetipos, Sanjinés quien es también guionista de su film, acierta
en la creación de personajes como el mencionado oficial del ejército, o el
perseguido académico de izquierda, o el funcionario mafioso que lo induce a
traicionar a su pueblo, o el funcionario de seguridad del estado, quien más que
funcionario es un criminal sanguinario.
Lucen también
muy reales los familiares, y miembros de la comunidad a la que pertenece Mamani, escogidos por el director a partir de
auténticos pobladores aymaras, quienes fueron preparados para que actúen sus
roles, muy parecidos a los de su realidad.
Pero lo que más
llama la atención de la película es el uso del plano secuencia en la gran
mayoría de escenas, un plano que le brinda una enorme movilidad a la cinta, y
un ritmo pocas veces visto en el cine latinoamericano.
César Pérez
llama a este plano, “el plano panandino” e indica que Sanjinés lo escogió
porque era el que mejor se acomodaba al público al que estaba dirigiéndose en su
película. “Los cortes secos desconcertaban a los campesinos, mineros y otros
pobladores de la zona, para ellos no eran naturales y les chocaba que pronto de
un plano entero se pase a un primer plano, como si le estuvieron cortando la
cabeza a esa personaje. Jorge encontró que el plano secuencia, era el ideal
para la cosmovisión andina que percibe la realidad de una manera continua y
circular.” De allí probablemente, que también Sanjinés haya elegido esta
estructura nada lineal y cuasi circular para La Nación Clandestina.
Todo lo que
vamos viendo nos va preparando para el inminente final, cuando Sebastián llega
por fin a su comunidad y a pesar de lo agitada que encuentra a su comunidad
(han muerto dos de sus miembros en una protesta), logra convencer al anciano
mayor, para que le permita actuar como danzanti.
Aquí es donde
principio y final se unen: Mamani empieza a danzar y recordamos la danza que
vio cuando era niño, vemos que ambas eran prácticamente la misma, al igual que
en La Jetée de Chris Marker y Twelve
Monkeys de Terry Gillian, el personaje de niño había sido testigo de su
propia muerte, aunque en su versión adulta.
Es imposible
quedar indiferente ante estas impactantes imágenes que cierran el film, la
experiencia no ha sido solo nuestra, el público a pesar de que ha pasado ya la
medianoche, aplaude conmovido.
UN CINEASTA
CLANDESTINO
Luego de esta
inesperada experiencia en los días siguientes nos hicimos la pregunta del millón:
¿dónde ha estado todo este tiempo Jorge Sanjinés? ¿Por qué no hemos tenido
acceso a su obra? ¿Por qué muchas generaciones de profesionales de lo
audiovisual corren el riesgo de no conocer sus trabajos?
Conversamos con
algunas de las personas que han tenido la suerte de conocer más cerca su obra
para intentar dar con las respuestas a estas preguntas.
Primero
acudimos a Ricardo Bedoya, productor del programa El Placer de los Ojos, profesor e historiador de cine, quien
probablemente es uno de los que mejor ha descrito el original estilo
cinematográfico de Sanjinés, en uno de los textos de su blog que dedicó a
Kuntur Wachana, película de Federico García, estrenada en el Festival
Transcinema de 2016, donde explica que
“Sanjinés, preocupado por encontrar una
dramaturgia alternativa -hecha de dilatados planos-secuencias, estilizados desplazamientos
corales y protagonismo colectivo- para dar cuenta del conflicto andino”,
También
mencionó que no veía sus películas hace tiempo, pero que sí recuerda que era un
cineasta que cuidaba mucho su material:
“Era muy, muy celoso con sus películas. Solo
las prestaba para exhibiciones contadas al aire libre y en algunos festivales,
de allí no las soltaba así no más y menos quiso lanzar ediciones en vhs o dvd”,
nos comentó.
Lo mismo opinó
Isaac León Frías, quien además lo conoció personalmente: “Se resistió siempre a
difundir sus películas. Yo conversé con él alguna vez y le dije que era muy
importante para la enseñanza del cine latinoamericano en aulas contar con su
material, traté de hacérselo ver, pero igual se rehusó”, mencionó.
Le dije que me
había sorprendido mucho que en la Bolivia de 1989, alguien esté haciendo un
cine como el de Sanjinés y le dije que su cine me parecía superior a lo que se
estaba haciendo entonces por ejemplo acá en el Perú y respondió:
“Ah, claro, el dominio del lenguaje audiovisual al que había llegado Sanjinés era superior al de varios de sus contemporáneos peruanos o incluso latinoamericanos”, coincidió.
REMASTERIZACIONES
Sin embargo esa
realidad, estaría por cambiarse. Pedro Lijerón, director de Ukamau mencionó que se estaban trabajando ya la remasterización
de dos películas, entre ellas La Nación Clandestina.
“Ha sido un
proceso difícil el de ir recopilando material, felizmente mucho de él se
encontraba en buenas condiciones por lo especial del clima de La Paz: frío y
seco a la vez”, comentó.
Dijo también
que la remasterización sería en 2k (aproximadamente 2048 x 1200 píxeles de
resolución) y que estarían disponibles, si todo sale bien para el 2020.
“Se pensó
tenerlos para el 30 aniversario de La Nación Clandestina, pero ya no ha sido
posible”, recalcó.
Esperemos que
esto se concrete pronto, porque sería la única forma de llenar un vacío de un
cineasta del que muchos hemos escuchado a hablar, pero muy pocos hemos tenido
la oportunidad de apreciar sus trabajos.
La
retrospectiva que se brindó de Sanjinés en el
23 Festival de Lima fue una buena selección, con 5 de sus filmes más
representativos entre los que estuvieron: Yawar
Malku (1962), El Coraje del Pueblo
(1971), El Enemigo Principal (1974) y
la que hasta el momento es su última película: Juana Azurduy: Guerrillera de la Patria Grande (2016). Ojalá todos
estos trabajos estén pronto al alcance del público.
REFERENCIAS
BEDOYA, Ricardo
Trascinema 2016:Kuntur Wachana (Donde
nacen los cóndores) en el blog Páginas
del Diario de Satán 3 diciembre 2019 capturado el 20 agosto 2019 http://www.paginas-del-diario-de-satan.com/pdds/?p=3491
FELL, L. John A History of Movies Holt, Rinehart and
Wilson Virginia, EEUU 1979
LEÓN FRÍAS,
Isaac El Nuevo Cine Latinoamericano de
los años sesenta, 1era edición Fondo Editorial de la Universidad de Lima.
Lima 2013
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